martes, 3 de mayo de 2016

Job 38-42

1-(Job 42:3, 6.)- Aqui Job dio un sobresaliente ejemplo a los siervos de Dios de nuestros días. Él fue “sin culpa y recto”, un hombre al que Jehová se enorgullecía de llamar “mi siervo” (Job 1:8; 42:7, 8). Claro está, eso no significa que Job fuera perfecto. Durante sus pruebas, hubo un momento en que dio por sentado erróneamente que Dios era el causante de su calamidad. Hasta criticó el modo que Dios tiene de tratar al hombre (Job 27:2; 30:20, 21). Y declaró su propia justicia en lugar de la de Dios (Job 32:2). Pero Job se negó a dar la espalda al Creador, y aceptó con humildad la corrección de Dios. “Hablé, pero no entendía —reconoció—. [...] me retracto, y de veras me arrepiento en polvo y ceniza.”

2-(Job 42:7-9) .Jehová exigió de Elifaz, Bildad y Zofar un cuantioso sacrificio, quizá para grabar en ellos la seriedad de su pecado. En efecto, con o sin intención, habían blasfemado contra Dios al decir que él ‘no tiene fe en sus siervos’ y que en realidad no le importaba si Job era fiel o no. Elifaz llegó a decir que a los ojos de Dios, Job no era más valioso que una polilla (Job 4:18, 19; 22:2, 3). No extraña que Jehová dijera: “Ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico”.

Pero eso no es todo. Elifaz, Bildad y Zofar también pecaron contra Job personalmente al decirle que él era el responsable de sus propios problemas. Sus acusaciones sin fundamento y su total falta de empatía amargaron y deprimieron a Job, y le hicieron clamar: “¿Hasta cuándo seguirán ustedes irritando mi alma y seguirán aplastándome con palabras?” (Job 10:1; 19:2). Imaginémonos la expresión de vergüenza de estos tres hombres al tener que presentarse tras esto ante Job con una ofrenda por los pecados que ellos habían cometido.

A veces resulta difícil perdonar. Hasta a algunos cristianos ungidos del siglo primero les costó poner a un lado sus diferencias (Filip. 4:2). Si un hermano nos hace daño, nos ayudará el no guardarle rencor. Job se sintió muy herido cuando Elifaz, Bildad y Zofar lo acusaron sin causa (Job 10:1; 19:2). Al final, Jehová censuró a aquellos falsos amigos y les mandó que acudieran a Job para presentar una ofrenda por sus pecados.

3-(Job 42:10; Tan pronto como Job dejó de preocuparse por sus sufrimientos y se reavivó en el servicio de Dios, Jehová lo bendijo. Cuando Job oró por el trío, Dios le “volvió atrás la condición de cautiverio” y le dio ‘todo lo que había sido de él en cantidad doble’. Jehová demostró Su superioridad sobre el Diablo retirando de Job la enfermedad que este le había causado y curándolo milagrosamente. Dios también hizo retroceder a las huestes demoníacas y las mantuvo a raya al cercar de nuevo a Job con Su campamento angélico. (Salmo 34:7.)

4- (Job 42:10-17). Job no debía regodearse con la humillación de ellos. De hecho, le mandó orar a favor de sus acusadores. Job hizo tal como él le ordenó, y por ello Jehová lo bendijo. Primero, curó su espantosa enfermedad. Luego, los hermanos, hermanas y anteriores compañeros de Job fueron a él para consolarlo, “y procedieron a darle, cada cual, una pieza de moneda y, cada cual, un anillo de oro”. Además, Job “llegó a tener catorce mil ovejas y seis mil camellos y mil yuntas de reses vacunas y mil asnas”. Y la esposa de Job debió reconciliarse con él. Con el tiempo, se bendijo a Job con siete hijos y tres hijas, y él vivió para ver cuatro generaciones de sus descendientes.Jehová exigió que Job hiciera orara por sus falsos consoladores. Cuando Job lo hizo, Jehová lo bendijo por estar dispuesto a perdonarlos. ¿Qué nos enseña esto? Que orar sinceramente por alguien que nos ha ofendido nos ayudará a no seguir resentidos con él.

Lecciones para nosotros
Job dio un sobresaliente ejemplo a los siervos de Dios de nuestros días. Él fue “sin culpa y recto”, un hombre al que Jehová se enorgullecía de llamar “mi siervo” (Job 1:8; 42:7, 8). Claro está, eso no significa que Job fuera perfecto. Durante sus pruebas, hubo un momento en que dio por sentado erróneamente que Dios era el causante de su calamidad. Hasta criticó el modo que Dios tiene de tratar al hombre (Job 27:2; 30:20, 21). Y declaró su propia justicia en lugar de la de Dios (Job 32:2). Pero Job se negó a dar la espalda al Creador, y aceptó con humildad la corrección de Dios. “Hablé, pero no entendía —reconoció—. [...] me retracto, y de veras me arrepiento en polvo y ceniza.” (Job 42:3, 6.)

Puede ser que, cuando pasemos por una prueba, nosotros también pensemos, hablemos o actuemos de una manera que no sea adecuada (compárese con Eclesiastés 7:7). No obstante, si tenemos un amor profundo a Dios, no nos rebelaremos contra él ni nos amargaremos porque permita que experimentemos dificultades. En lugar de eso, mantendremos nuestra integridad y así acabaremos segando grandes bendiciones. El salmista dijo de Jehová: “Con alguien leal tú actuarás en lealtad” (Salmo 18:25).

Antes de devolver la salud a Job, Jehová le mandó que orara a favor de los que habían pecado contra él. ¡Qué magnífico ejemplo se nos da! Jehová requiere que perdonemos a los que pecan contra nosotros antes de que se perdonen nuestros propios pecados (Mateo 6:12; Efesios 4:32). Si no estamos dispuestos a perdonar al prójimo cuando hay una razón válida para ello, ¿podemos esperar con razón que Jehová nos muestre misericordia? (Mateo 18:21-35.)

Todos nos encaramos a pruebas en un momento u otro (2 Timoteo 3:12). No obstante, al igual que Job, podemos mantener integridad. Al hacerlo, segaremos una abundante recompensa. Santiago escribió: “¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado. Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño, y misericordioso” (Santiago 5:11).

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