1-(1 Cró. 5:1) ¿Qué significó para José recibir el derecho de primogenitura? Significó que obtendría una doble porción de la herencia (Deuteronomio 21:17). Por ello llegó a ser padre de dos tribus, a saber, Efraín y Manasés, mientras que los demás hijos de Israel solo dieron origen a una tribu cada uno.
2-(1 Cró. 5:2) El hecho de que el derecho del primogénito de la familia era una cosa y la asignación de acaudillamiento real era otra cosa, y de que Dios por medio del patriarca moribundo Jacob asignó el acaudillamiento real a Judá, se expresa con claridad en la Escritura. Pues Judá mismo resultó ser superior entre sus hermanos, y el que había de ser caudillo procedía de él pero el derecho como primogénito fue de José.”
No podemos decir de esto que el Dios Todopoderoso y Omnisapiente lo planeó de este modo, porque él no indujo los malos hechos de Rubén, Simeón y Leví y las consecuencias de ellos. Más bien, según la manera en que se produjeron los desenvolvimientos no planeados él tuvo libertad para seleccionar a Judá. Prescindiendo de lo que sucedió él pudo apegarse a su propósito original y desenvolverlo sin cambio.
Las selecciones y los movimientos de Dios sirven como guía segura para nosotros a medida que consideramos Su “propósito eterno” que formó con relación al Ungido, el Mesías. Por las palabras proféticas que él hizo que el patriarca moribundo Jacob pronunciara por inspiración en cuanto a Judá, sabemos el proceder que debemos seguir. Tenemos que mantener los ojos puestos, no meramente en las doce tribus de Israel en general, sino en la tribu de Judá en particular debido a su relación directa con el Mesías de Jehová, la “descendencia” de Su “mujer” celestial. Se sigue acumulando la evidencia que nos ayuda a identificar a este Rey Mesiánico con el cual está envuelto el “propósito eterno” de Dios.
Obrando en armonía con la evidencia según nos la suministra el Señor Soberano Jehová, evitaremos llegar a ser seguidores de un desilusionador Mesías falso. En vez de eso, experimentaremos el gozo de reconocer al verdadero Mesías procedente de Dios y seguir a aquel por medio del cual todas las naciones de la Tierra se procurarán una bendición eterna.
4-(1 Cró. 5:10,18-22) En los días del rey Saúl los israelitas que vivían en la tierra de Galaad disfrutaban de gran prosperidad. Su ganado se había multiplicado mucho. Por eso, valerosamente adelantaron en dar expansión a su territorio hasta más allá de la tierra de Galaad, hacia el río Éufrates. Esto lo hicieron en armonía con la promesa que Dios había hecho a Abrahán el antepasado de ellos.(Gén. 15:18)
Por eso, entraron en conflicto con los agarenos (posiblemente descendientes de Agar y por eso descendientes de Ismael el hijo de ella, y por lo tanto ismaelitas). Los galaaditas tuvieron que encararse a una tremenda disparidad numérica. Ellos eran 44.760. Pero en el conflicto que se produjo se apoderaron de 100.000 cautivos vivos. Esto no era en absoluto la fuerza agarena completa, porque la Biblia informa que ‘muchos habían caído muertos violentamente.’ Los israelitas sabian que no podian obtener la victoria por su propia fuerza, cifraron su esperanza en que Jehová Dios los ayudaría. “Fue a Dios que clamaron por socorro en la guerra,” dice el relato bíblico, “y él se dejó rogar a favor de ellos porque confiaron en él". De igual manera todo publicador del reino debe confiar del mismo modo en Jehová mientras, equipados con el escudo de la fe y la espada del espíritu, la Palabra de Dios, participamos, no en guerrear físico, sino en el guerrear espiritual en medio de gran disparidad de condiciones.
5-(1 Cró. 6:16, 31, 32) ¡QUÉ emocionante es oír música y canto hermosos! Especialmente cuando se cantan las alabanzas de Jehová Dios. Al celebrar los israelitas de la antigüedad los festivales en el santuario de Jehová, oían a cantores y músicos de la tribu de Leví. La letra de muchos de los cantos que cantaban se ha conservado hasta este día en el libro bíblico de Salmos. ¡Qué conmovedores eran aquellos cantos de alabanza al Altísimo!
Aquellos artífices de la música y el canto estaban bien organizados. Es decir, cada uno estaba asignado a deberes con el propósito de unificar sus esfuerzos, alistándolos para acción cooperativa. Una organización es un grupo de personas unidas con algún propósito. La organización ordenada, armoniosa como la de aquellos levitas, cuadra con Jehová, porque “Dios no es Dios de desorden, sino de paz.” (1 Cor. 14:33) Los que escuchaban lo hacían con gratitud a medida que los levitas enaltecían a Jehová en canto, porque oían música que se usaba con su propósito más elevado.
Tal como aquellos levitas estaban organizados para alabar a Dios, así otros han sido organizados para alabarlo también. Si usted pudiera mirar en la región de los espíritus, usted contemplaría una maravillosa organización... millones de santos ángeles. (Dan. 7:9, 10; Rev. 5:11, 12) ¿Qué propósito sirven? Bajo inspiración divina David exclamó: “Bendigan a Jehová, oh ángeles suyos, poderosos en potencia, que llevan a cabo su palabra, escuchando la voz de su palabra. Bendigan a Jehová, todos los ejércitos suyos, ministros suyos, que hacen su voluntad.” (Sal. 103:20, 21) Para que los santos ángeles lleven a cabo la palabra de Jehová y hagan su voluntad, ciertamente tienen que estar bien organizados.—Isa. 6:1-6; Hebreos 12:22.
6-(1Cr 6:28, 33, 36; .) Joel y su hermano menor, Abías, habían sido nombrados jueces por su padre, pero su falta de honradez en el desempeño de sus funciones sirvió al pueblo de excusa para pedir un rey humano. (1Sa 8:1-5.)
7-(1Cr 7:20, 21) Elead posiblemente fué uno de los hijos de Efraín asesinado junto con Ézer por los hombres de Gat, “porque bajaron a tomar su ganado”. Los siervos de Jehová podemos alegrarnos de que él nos haya dado pautas claras sobre muchos campos importantes de la vida. Sabemos que si las seguimos, nuestras decisiones agradarán a Jehová y nos beneficiarán a nosotros. Las sanciones legales quizás sean suficientes para disuadir a alguien de cometer tal acto deshonesto. Pero existe una razón más importante. La Palabra de Dios, en uno de los Diez Mandamientos, dice: “No debes hurtar” (Éxodo 20:15). Y el apóstol Pablo repitió el mismo mandato a los cristianos: “El que hurta, ya no hurte más” (Efesios 4:28). Acatar la norma bíblica en estos asuntos nos libra de fallarle a Dios. Además, demuestra nuestro amor y respeto por la ley divina y por el prójimo (Salmo 119:97).
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