lunes, 21 de septiembre de 2015

2 Reyes 19 a 22

1-(2 Reyes 19:15)  Estos querubines señalaban la presencia real de Jehová, quien dijo: “Allí ciertamente me presentaré a ti y hablaré contigo desde encima de la cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio.” (Éxo. 25:22) Por lo tanto, de manera representativa, podía decirse que Jehová estaba “sentado sobre [o “entre”] los querubines.” (1 Sam. 4:4)  De esta manera, el sumo sacerdote que estaba sirviendo a la nación de Israel, y que era el único a quien se permitía entrar en el Santísimo una vez al año, tenía ante sí un recordatorio impresionante de que Jehová, por ser Dios, era el Soberano de Israel.—Heb. 9:7; Isa. 33:22.
Los subsacerdotes que oficiaban podían ver las otras representaciones de querubines que estaban en el tabernáculo y en el interior del templo. Así, ellos también quedaban profundamente impresionados por la santa presencia de Jehová.
Como acabamos de ver, estas representaciones de querubines no eran inventos de los hombres. Jehová mismo ordenó que se colocaran en el templo con el propósito de hacer que el sacerdocio estuviera plenamente consciente de Su presencia. Además, aquellos querubines no podían llegar a ser objetos de veneración para el pueblo, puesto que éste en general no los veía y por lo tanto no podía sentirse inducido a tratarlos de manera idolátrica. (Núm. 4:4-6, 17-20) Más bien que incitar a los israelitas a la idolatría, estas representaciones de querubines constantemente recordaban al sacerdocio israelita la relación que tenía con el Altísimo, el Rey reinante de Israel, el que exigía devoción exclusiva.—Deu. 6:13-15.

 2-(2 Reyes 19:25) El hecho de que Jehová sea un Dios de propósito es fundamental para entender la cuestión de su influencia en los asuntos humanos. Este hecho está implícito en su mismo nombre. Jehová significa “Él Hace que Llegue a Ser”. Mediante una actuación progresiva, Jehová se convierte en el Cumplidor de todas sus promesas. Por ello, se dice que Jehová ‘forma’ o moldea su propósito en lo que respecta a acciones o sucesos futurosIsaías. Este término procede de la palabra hebrea ya·tsár, relacionada con otra que significa “alfarero” (Jeremías 18:4). Tal como un hábil alfarero puede dar forma a un pedazo de barro y convertirlo en una hermosa vasija, Jehová puede formar, o maniobrar, los asuntos para llevar a cabo su voluntad (Efesios 1:11).

3-(2 Reyes 19:32-37.) La Biblia dice que Ezequías dio como tributo “trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro”. (2 Reyes 18:14, 15.) Este pago se confirma en los anales de Senaquerib, aunque él alega que recibió “800 talentos de plata”. A pesar de este pago, los mensajeros del rey asirio se plantaron frente a los muros de Jerusalén, expresaron mofa contra Jehová Dios y amenazaron a su ciudad santa. Mediante Isaías, Jehová dijo acerca de Senaquerib: “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo, ni alzará contra ella cerco de sitiar. Por el camino por el cual procedió a venir, regresará, y en esta ciudad no entrará”. ¿Detuvo Jehová a Senaquerib, como prometió? ¡Aquella misma noche el ángel de Dios derribó a 185.000 asirios! Senaquerib se retiró y regresó a Nínive, y con el tiempo dos de sus propios hijos lo mataron mientras se inclinaba ante su dios Nisroc.  

4-(2 Reyes 20:2-6). Jehová es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2).

5-(2 Reyes 20:4-7) Los higos comprimidos también tenían valor terapéutico. De ahí que se aplicaran como cataplasma a un divieso que puso en peligro la vida del rey Ezequías. Con todo, la recuperación del monarca se debió principalmente a la intervención de Dios.

6-(2 Reyes 20:20) Se han planteado preguntas sobre el famoso túnel de Siloam, que probablemente excavaron los ingenieros del rey Ezequías en el siglo VIII a.E.C. ¿Cómo lograron encontrarse las dos cuadrillas de operarios excavando desde extremos opuestos? Quizá siguió el  trazado de un canal natural que había bajo la colina. Las cuadrillas que trabajaban desde cada extremo tal vez excavaron un túnel provisional modificando cavernas existentes. Luego excavaron un canal inclinado para que el agua fluyera desde la fuente de Guihón hasta el estanque de Siloam, que probablemente estaba ubicado dentro de las murallas. Fue una verdadera hazaña de la ingeniería, pues la diferencia de alturas entre los dos extremos es de solo 32 centímetros a pesar de su longitud: 533 metros.

En lo que se ha llamado una de las grandes hazañas de ingeniería de la antigüedad, Ezequías excavó un túnel desde el manantial de Guihón hasta el estanque de Siloam. El túnel tiene una altura promedio de 1,80 metros y mide 533 metros de largo. ¡Imagínese: un túnel de más de medio kilómetro perforado en la roca! Todavía hoy, unos dos mil setecientos años después, los visitantes de Jerusalén pueden caminar por esta obra maestra de ingeniería, conocida comúnmente por el nombre de túnel de Ezequías.

Podemos sacar una lección práctica del empeño de Ezequías por proteger y aumentar el suministro de agua de Jerusalén. Jehová es “la fuente de agua viva”. (Jeremías 2:13.) Sus pensamientos, consignados en la Biblia, sustentan la vida, lo que hace indispensable el estudio personal de ella. Sin embargo, las oportunidades de estudiar, así como el conocimiento resultante, no nos vendrán automáticamente. Puede ser que tengamos que ‘excavar túneles’, quizás a través de nuestra apretada rutina diaria, para hacerles sitio. (Proverbios 2:1-5; Efesios 5:15, 16.) Una vez que hayamos comenzado, debemos ceñirnos a nuestro horario, dando prioridad al estudio personal. No dejemos que nada ni nadie nos prive de este valioso abastecimiento de agua. (Filipenses 1:9, 10.)

7-(2 Reyes 21:10-13) El instrumento de nivelar se puede usar para la buena construcción de un edificio o para verificar posteriormente su estructura. Jehová predijo que aplicaría a la Jerusalén descarriada “el cordel de medir que se aplicó a Samaria y también el instrumento de nivelar que se aplicó a la casa de Acab”. Dios había medido, y había comprobado que Samaria y la casa del rey Acab no eran ‘rectas’, sino de moralidad perversa, lo que resultó en su destrucción. De igual manera, Dios juzgaría a Jerusalén y sus gobernantes, poniendo al descubierto su iniquidad y causando la destrucción de aquella ciudad, como aconteció en 607 a. E.C. Por medio de Isaías, los gobernantes inicuos y fanfarrones del pueblo, que estaban en Jerusalén, recibieron aviso de su venidera calamidad y de la declaración de Jehová: “Haré del derecho el cordel de medir, y de la justicia el instrumento de nivelar”. Las normas del verdadero derecho y de la justicia genuina revelarían quiénes eran realmente los siervos de Dios y quiénes no, lo que resultaría en vida o en destrucción. (Isa 28:14-19.)

 8-(2 Rey. 21:16) Manasés ‘llenó de sangre a Jerusalén de extremo a extremo’. Aunque Manasés después se arrepintió de su derrotero incorrecto, la culpa de sangre permaneció. (2 Cró. 33:12, 13.) Ni siquiera el reinado bueno de Josías, con su eliminación de toda idolatría, podría borrar la culpa de sangre que llevaba la comunidad desde el reinado de Manasés. Años más tarde, cuando Jehová empezó a traer sus ejecutores contra Jerusalén, declaró que se debía a que Manasés había “[llenado] a Jerusalén de sangre inocente, y Jehová no consintió en conceder perdón”. De igual manera, Jesús declaró que la Jerusalén del primer siglo E.C. tenía que perecer porque sus sacerdotes eran los hijos de los que habían derramado la sangre de los profetas, ‘para que viniera sobre todos ellos toda la sangre justa vertida sobre la tierra’. (Mat. 23:29-36.) Dios le advierte al mundo que él vengará la sangre inocente que se ha derramado, especialmente la sangre “de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios”. (Rev. 6:9, 10.)

9-(2 Reyes 22:3-13) Parece que el pueblo de Dios fácilmente olvidaba este requisito de Dios, de leer su palabra y llevar a cabo sus mandamientos. Entre el tiempo de Josafat (936-911 a. de la E.C.) y Josías (659-629 a. de la E.C.) vez tras vez el rey y el pueblo dejaron de guardar las disposiciones reglamentarias y los mandatos de Jehová. Tan poca importancia se le daba al obedecer las instrucciones de Jehová que para el tiempo de Josías, que comenzó a gobernar siendo solo un muchachito, el pueblo había olvidado, a gran grado, muchos de los mandatos de Jehová. De hecho, fue durante el decimoctavo año de Josías, cuando mandó que fuera reparado el templo de Jehová de su condición caída y desatendida, que el sumo sacerdote en el templo encontró el “mismísimo libro de la ley” en la casa de Jehová. Se le leyó al rey Josías el contenido de este libro de la ley recién hallado. Tan pronto oyó lo que decía, Josías inmediatamente rasgó sus prendas de vestir. ¿Y a qué se debía esto? Que Josías mismo conteste: “Grande es la furia de Jehová que se ha encendido contra nosotros por el hecho de que nuestros antepasados no escucharon las palabras de este libro por medio de hacer conforme a todo lo que está escrito concerniente a nosotros.”

10-(2 Reyes 22:11, 18-20).La humildad es fundamental para tener preparado el corazón, pues nos hace enseñables y nos ayuda a estar más dispuestos a aceptar el consejo y la corrección amorosos. Veamos el buen ejemplo del rey Josías. Durante su reinado se encontró un documento que contenía la Ley de Dios dada mediante Moisés. Cuando Josías escuchó las palabras de la Ley y se dio cuenta de cuánto se habían apartado sus antepasados de la adoración pura, se rasgó las vestiduras y lloró delante de Jehová. ¿Por qué le llegó a lo profundo del corazón la Palabra de Dios? El relato dice que el corazón del rey era “blando”, de modo que se humilló al escuchar las palabras de Jehová. Dios se fijó en el corazón humilde y receptivo de Josías y lo bendijo en consecuencia.
 La humildad permitió a los discípulos de Jesús, personas ‘iletradas y del vulgo’, captar y poner en práctica verdades espirituales que pasaron inadvertidas a quienes eran “sabios e intelectuales” solo “según la carne” (Hechos 4:13; Lucas 10:21; 1 Corintios 1:26). Estos últimos no estaban preparados para aceptar la palabra de Jehová porque el orgullo les había endurecido el corazón. ¿Es de extrañar, pues, que Jehová odie el orgullo? (Proverbios 8:13; Daniel 5:20.)

 11-(2 Reyes 22:20) Josías murió antes de que llegara la calamidad, en 609-607 a.E.C., cuando los babilonios sitiaron y destruyeron Jerusalén. Además, ‘ser recogido a sus antepasados’ no excluye necesariamente morir de manera violenta. Se utiliza una expresión equiparable cuando se hace referencia tanto a una muerte violenta como a una no violenta (Deuteronomio 31:16; 1 Reyes 2:10; 22:34, 40).

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