lunes, 14 de septiembre de 2015

2 Reyes 16-18

1-(2Reyes 16:8, 9) Al parecer, Asiria fue la primera potencia en aplicar la política de trasladar de su país natal a poblaciones enteras y repoblar el territorio con cautivos procedentes de otras partes del imperio. Esta política de deportación llevada a cabo por los asirios no se impuso únicamente contra los judíos, pues cuando Damasco, la capital de Siria, cayó ante el abrumador ataque militar de esta segunda potencia mundial, su pueblo fue desterrado a Quir, como se había predicho por medio del profeta Amós. Esta práctica tenía un doble efecto: por un lado, desanimaba a los pocos que quedaban en su país natal de iniciar un levantamiento, y por otro, las naciones circundantes, que tal vez habían sido amigables con los cautivos, estaban menos inclinadas a prestar ayuda y apoyo a los nuevos extranjeros, que habían sido llevados de lugares distantes.

2-(2 Reyes 17:5-6.) Salmanasar V, quien sucedió a Tiglat-piléser, invadió el reino norteño de diez tribus de Israel y sitió a su bien fortificada capital, Samaria. Después de un sitio de tres años, Samaria cayó (en 740 a.E.C.), en cumplimiento de lo que habían dicho los profetas de Jehová.
 Sargón II sucedió a Salmanasar y quizás fue quien completó la conquista de Samaria, pues se dice que el principio de su reinado coincide con el año en que cayó aquella ciudad. La Biblia dice que después de la caída de Samaria el rey de Asiria “condujo a Israel al destierro, a Asiria. Una inscripción asiria, hallada en Jorsabad, confirma esto. En ella, Sargón dice: “Sitié y conquisté a Samaria, y tomé como botín a 27.290 habitantes de ella”.

3-(2 Reyes 17:6-18) En 742 a. E.C. el ejército asirio bajo el mando de Salmanasar V sitió Samaria.  Cuando esta ciudad cayó en 740 a. E.C., lo que supuso el fin del reino de diez tribus, sus habitantes fueron llevados al exilio a “Halah y [a] Habor, junto al río Gozán, y [a] las ciudades de los medos”. Esto se debió a que, como dicen las Escrituras, “no habían escuchado la voz de Jehová su Dios, sino que siguieron traspasando su pacto, aun todo lo que había mandado Moisés el siervo de Jehová. Ni escucharon ni ejecutaron”. Tanto en el caso del reino septentrional de Israel, con sus diez tribus, como en el del reino meridional de Judá, formado por dos tribus, la causa que los llevó al cautiverio fue la misma: el abandono de la adoración verdadera de Jehová en favor de los dioses falsos. Jehová, por su parte, envió a sus profetas vez tras vez con el fin de advertir a ambos reinos, pero fue en vano. Ninguno de los reyes del reino de diez tribus de Israel llegó a efectuar una limpieza completa de la adoración falsa que había introducido Jeroboán, el primer rey de esa nación. El reino meridional de Judá no prestó atención ni a las advertencias directas de Jehová ni al ejemplo del cautiverio de Israel. Por último, a los habitantes de ambos reinos se les llevó al exilio en varias deportaciones generales.

4-(2Reyes 17:24-33.) Las ciudades de Samaria se repoblaron con cautivos de lugares distantes. “Subsiguientemente, el rey de Asiria trajo gente de Babilonia y de Cutá y de Avá y de Hamat y de Sefarvaim, y los hizo morar en las ciudades de Samaria en lugar de los hijos de Israel; y ellos empezaron a tomar posesión de Samaria y a morar en sus ciudades.” Estos pobladores extranjeros importaron su religión pagana; “cada nación diferente llegó a ser hacedora de su propio dios”. Como no mostraron ningún respeto a Jehová, Él “envió leones entre ellos, y estos llegaron a ser matadores entre ellos”. Después el rey de Asiria hizo regresar a uno de los sacerdotes israelitas, quien “llegó a ser maestro de ellos respecto de cómo habían de temer a Jehová”. Luego el relato añade: “De Jehová se hicieron temedores, pero de sus propios dioses resultaron ser adoradores, conforme a la religión de las naciones de entre las cuales los habían conducido al destierro”.

5-(2 Reyes 17:40, 41.)  Muchos samaritanos fueron originalmente extranjeros introducidos por los asirios en Palestina para reemplazar a las diez tribus norteñas de Israel que fueron llevadas al exilio. Antes habían adorado a dioses paganos, pero después se esforzaron por conocer a Jehová, el Dios de Israel. Pero ¿abandonaron su religión anterior? No. La Biblia informa: “Era conforme a su religión anterior que estaban haciendo. Y estas naciones llegaron a ser temedoras de Jehová, pero fue a sus propias imágenes esculpidas a quienes resultaron estar sirviendo”. De modo que los samaritanos, aunque reconocían nominalmente a Jehová, todavía servían a sus dioses anteriores, y así practicaban una adoración que representaba una mezcla de religiones.
Algo parecido sucedió cuando los misioneros católicos introdujeron el catolicismo romano en Sudamérica. Convirtieron a la mayoría de los habitantes, pero estos, como los samaritanos de la antigüedad, no olvidaron a sus dioses anteriores. Así, en Brasil hay “cristianos” que todavía observan los ritos paganos del vudú, y tienen otras celebraciones que honran a deidades antiguas, como la diosa Iemanjá. Algo parecido se ha visto en otros países sudamericanos.
Además, la misma religión que aquellos misioneros introdujeron en América del Sur era una mezcla de creencias de diferentes religiones. Muchas de sus doctrinas —como las de la Trinidad, un infierno de fuego y la inmortalidad del alma— vinieron de religiones y filosofías paganas de la antigüedad. Ciertamente no estaban en la Biblia. De igual modo, sus fiestas —entre ellas la Navidad y la Pascua Florida— tenían origen no cristiano. ¿Es posible observar fiestas paganas de esa índole y creer en doctrinas no cristianas como esas y aún adorar al Dios de la Biblia, quien dijo: “No debes tener otros dioses contra mi rostro”? (Éxodo 20:3.) ¡De ninguna manera!

6-(2 Reyes 18:3-7).Con estas palabras dio a entender que Jehová no iba a defender a sus siervos, pues estaba enojado con ellos. Pero lo cierto era que Dios estaba muy complacido con Ezequías y con los judíos que habían regresado a la adoración verdadera. Si queremos ser capaces de pensar con claridad cuando el enemigo nos someta a presión, hoy debemos dar prioridad a la lectura diaria de la Biblia y al estudio personal (Heb. 4:12). Ahora es el momento de profundizar nuestro conocimiento y fortalecer nuestra fe.

7-(2 Reyes 18:19, 21). Aunque la acusación era falsa, pues el rey Ezequías no había entablado ninguna alianza con Egipto, dejaba claro lo que Rabsaqué quería inculcar en la mente de los judíos: “Están solos y sin nadie que los socorra, completamente aislados".En tiempos mucho más recientes, los enemigos de la religión verdadera también han tratado de infundir miedo a los siervos de Dios valiéndose del aislamiento. Tomemos como ejemplo el caso de una cristiana que por causa de su fe estuvo muchos años presa y separada de sus hermanos. ¿Qué la fortaleció para no sucumbir al temor? “la oración.

8-(2 Reyes 18:23-24) ). Humanamente hablando, Ezequías y su pueblo no tenían ninguna posibilidad de derrotar al poderoso ejército asirio. Hoy, nuestros perseguidores también pudieran dar la impresión de ser invencibles, sobre todo si cuentan con todo el respaldo del gobierno. Ese fue el caso de los nazis, quienes trataron de intimidar a muchos siervos de Dios durante la segunda guerra mundial. Uno de ellos, que estuvo recluido por años, contó el trato que recibió. Cuando un oficial le dijo: “¿Viste fusilar a tu hermano? ¿Qué lección aprendiste de eso?”, él respondió: “Soy testigo de Jehová y seguiré siéndolo”. El militar replicó: “Entonces serás el siguiente que será fusilado”. Pero el enemigo no cumplió sus amenazas. El hermano explicó qué le permitió mantenerse firme: “Yo confiaba en el nombre de Jehová” (Pro. 18:10).

9-(2 Reyes 18:22,25) Con mucha astucia, Rabsaqué trató de sembrar dudas afirmando: “¿No es este [Dios] aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado[?] [...] Jehová mismo me dijo: ‘Sube contra este país, y tienes que arruinarlo’”.Para protegernos contra los engaños que pudieran minar nuestra resolución, debemos conocer a fondo la Palabra de Dios y esforzarnos siempre por aplicar sus consejos (Efe. 4:13, 14; Heb. 6:19). Un hermano al que mantuvieron incomunicado por muchos años comentó: “Quisiera animar a todos a mostrar el aprecio debido por todo el alimento espiritual que se nos da, puesto que no sabemos precisamente cómo nos será valioso”. En efecto, si ahora estudiamos con interés la Palabra de Dios y las publicaciones del esclavo, el día que lleguen las situaciones críticas el espíritu santo nos “hará recordar todas las cosas”

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