1-(1 Reyes 18:3,4). Abdías adoraba a Jehová con cautela y discreción, pero sin transigir, su temor de Dios era excepcional. Y este sano temor le infundió una extraordinaria valentía, como quedó probado tan pronto Jezabel mató a los profetas de Jehová. Como podemos imaginar, la tarea de alimentar en secreto a un centenar de hombres era muy peligrosa. Abdías no solo tenía que evitar ser visto por Acab y Jezabel, sino también por los 850 falsos profetas que frecuentaban el palacio. Además, en el país había muchos seguidores de la religión falsa, desde campesinos hasta príncipes, que estarían muy dispuestos a denunciarlo para ganarse el favor del rey y la reina. Pero Abdías fue valiente y, en las propias narices por decirlo asi de aquellos idólatras, atendió a las necesidades de los profetas de Jehová. ¡Qué fuerza tan grande tiene el temor de Jehová! Abdías, ocultó valerosamente a cien profetas de Jehová "por cincuentenas en una cueva" para impedir que la malvada reina Jezabel los asesinara. Al igual que este hombre temeroso de Dios, muchos siervos leales de Jehová de nuestros días han protegido con valor a sus hermanos negándose a revelar información a sus perseguidores.
2- (1 Reyes 18:7-9, 12). Abdías sentía temor de Dios, y por ello actuó con valor, Jehová seguramente lo protegió de sus enemigos. Dice Proverbios 29:25: "El temblar ante los hombres es lo que tiende un lazo, pero el que confía en Jehová será protegido". Sin embargo, no pensemos que Abdías era un superhombre; tenía miedo de que lo capturaran y mataran, como nosotros también lo hubiéramos tenidoNo obstante, el temor de Dios le dio fuerzas para vencer el miedo al hombre. Por ello, es un buen ejemplo para nosotros, en especial si al adorar a Jehová arriesgamos la libertad o incluso la vida (Mateo 24:9). En cualquier caso, todos debemos esforzarnos al máximo por servir a Jehová "con temor piadoso y reverencia" (Hebreos 12:28).
3- (1 Reyes 18:21,22) La Biblia anima a los cristianos a que sigan el ejemplo de siervos fieles de Dios y a que "imiten su fe" (Hebreos 13:7). Examinemos, pues, el ejemplo de fe del profeta Elías, un fiel defensor de la adoración pura. Pero Elías no era un super hombre mas bien era "era hombre de sentimientos semejantes a los nuestros", de modo que no sería inmune al miedo. ¿En qué sentido estaban "cojeando"? Desde su cumbre azotada por el viento, el monte Carmelo cuenta con una espectacular vista de Israel: desde el cercano mar Grande (el Mediterráneo) y el valle torrencial de Cisón, abajo, hasta las distantes montañas del Líbano al norte. Pero, conforme el Sol salía en este día trascendental, se iba descubriendo un paisaje deprimente. Un manto de muerte cubría la que antaño fue la fértil tierra que Jehová había entregado a los hijos de Abrahán. Ahora, en cambio, era una tierra abrasada por el Sol, arruinada por la insensatez del propio pueblo de Dios. Cuando la muchedumbre se reunió en aquel lugar, Elías se acercó al pueblo y dijo: "¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él"
¿Qué quiso decir Elías con la expresión "cojeando sobre dos opiniones"? Bueno, aquellas personas no se daban cuenta de que tenían que elegir a quién iban a adorar: si a Jehová o a Baal. Pensaban que era posible andar en ambos caminos; es decir, que podían apaciguar a Baal con sus repugnantes ritos y pedir también la bendición de Jehová Dios. Quizás razonaban que Baal bendeciría sus cosechas y su ganado, mientras que "Jehová de los ejércitos" los protegería en el campo de batalla (1 Samuel 17:45). Pero habían olvidado una verdad fundamental, una verdad que muchos olvidan hoy también: Jehová no comparte su adoración con nadie. El Creador exige y merece devoción exclusiva. Por eso, toda adoración que esté mezclada con cualquier forma de idolatría es para Jehová inaceptable, incluso ofensiva (Éxodo 20:5).
Así que aquellos israelitas estaban "cojeando", como alguien que intentara seguir dos caminos a la vez. Hoy día, muchas personas cometen un error parecido al permitir que otros "baales" entren en su vida y las vayan apartando de la adoración a Dios. La clarísima advertencia de Elías a los israelitas para que dejaran de titubear nos impulsa a reconsiderar cuáles son nuestras prioridades y a examinar nuestra adoración.
Nosotros no vivimos en una época de milagros. Sin embargo, puesto que Jehová no ha cambiado, podemos confiar en él tal como lo hizo Elías. Por ejemplo, cuando otros están en desacuerdo con lo que la Biblia afirma, no hay por qué temer que expresen sus ideas. Al igual que Elías, dejemos que sea el Dios verdadero quien zanje la cuestión. ¿De qué manera? Apoyándonos en su Palabra inspirada, que fue escrita "para rectificar las cosas", en vez de confiar en nosotros mismos (2 Timoteo 3:16).
4- (1 Reyes 18:36, 37). Elías hizo una oración sencilla pero elocuente, en la que mostró claramente a qué le daba prioridad. Lo primero y más importante para él fue dar a conocer que Jehová era el único "Dios en Israel", y no ese Baal. Lo segundo fue que todos supieran que su posición era la de siervo de Jehová y que toda la gloria y mérito debía darse a Dios. Por último, demostró que seguía preocupado por su pueblo, pues ansiaba que Jehová volviera "atrás el corazón de ellos". Pese a las desgracias que habían provocado por su falta de fe, Elías todavía los amaba. ¿Qué hay de nuestras oraciones? ¿Revelan el mismo amor por el nombre de Dios, la misma humildad y la misma compasión por los que necesitan ayuda?
5- (1 Reyes 18:38,39). ¡Qué respuesta tan espectacular! Todos ellos gritaron: "¡Jehová es el Dios verdadero!. Por fin reconocieron la verdad. Sin embargo, todavía no habían demostrado su fe. Siendo francos, admitir que Jehová es el Dios verdadero después de ver fuego cayendo del cielo no es una gran demostración de fe. Así que Elías exigió más de ellos. Les pidió que hicieran lo que deberían haber hecho muchos años antes: obedecer la Ley de Jehová. Y la Ley decretaba que se debía ejecutar a los falsos profetas y a los idólatras (Deuteronomio 13:5-9). Los sacerdotes de Baal eran enemigos acérrimos de Jehová Dios y querían frustrar sus propósitos. ¿Merecían clemencia? Pues bien, ¿acaso tuvieron ellos alguna clemencia con todos los niños inocentes que quemaron vivos en sacrificio a Baal? (Proverbios 21:13; Jeremías 19:5.)
6- (1 Reyes 18:40). Definitivamente, aquellos hombres no merecían ninguna misericordia. De modo que Elías ordenó que fueran ejecutados, y el pueblo obedeció. En la actualidad, algunos críticos condenan el desenlace de esta prueba en el monte Carmelo. Les preocupa que religiosos fanáticos e intolerantes lo utilicen para justificar actos violentos. Y desgraciadamente, existen muchos religiosos de esta clase. Pero Elías no era ningún fanático. Lo que hizo fue defender la adoración de Jehová ordenando una ejecución justa. Por otra parte, los verdaderos cristianos saben que no pueden tomar las armas contra los malvados, como lo hizo Elías. Una vez que vino el Mesías, este fijó la norma para todos sus discípulos cuando le dijo a Pedro: "Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada" (Mateo 26:52). En el futuro, será Jesucristo mismo quien haga justicia en el nombre de Jehová.
El cristiano verdadero debe demostrar por su modo de vivir que tiene fe (Juan 3:16). Y para ello hace bien en imitar al fiel Elías. Él adoró únicamente a Jehová e instó a los demás a hacer lo mismo. Con valentía, puso al descubierto el fraude que había tras una religión que Satanás había utilizado para alejar a la gente de Jehová. Además, confió en Dios para zanjar una importante cuestión, en vez de confiar en sí mismo. Está claro que Elías fue un fiel defensor de la adoración pura. Por lo tanto, ¡imitemos su gran ejemplo de fe!
7- (1 Reyes 19:1-8). Podemos confiar en que Jehová nos sostiene cuando afrontamos intensa oposición (2 Corintios 4:7-9).
8- (1 Reyes 19:10, 14, 18). Los verdaderos siervos de Jehová nunca están solos, pues lo tienen a él y también a la hermandad mundial.
9- (1 Reyes 19:11, 12). Según el relato, Jehová no se halla dentro de ninguna de estas espectaculares demostraciones de las fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adeptos aclaman como "el Jinete de las Nubes", el que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Reyes 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recuerde el miedo que lo atenaza. Ahora, teniendo a Dios a su lado, con todo ese poder sobrecogedor, ¡ya no hay razón para que tema a Acab y a Jezabel! (Salmo 118:6.)
10- (1 Reyes 19:12-17) .Elías oye "una voz calmada y baja" que lo insta a desahogarse de nuevo, de modo que expresa sus preocupaciones por segunda vez. Aunque eso quizás lo alivia aún más, lo que la "voz calmada y baja" dice a continuación es sin duda de mayor consuelo para él: Jehová le asegura que es muy valioso. ¿Cómo lo hace? Le revela gran parte de su propósito a largo plazo respecto a la guerra contra el culto de Baal en Israel. Y puesto que ese propósito avanza imparable, es obvio que la labor de Elías ha valido la pena. Además, Jehová todavía cuenta con él, pues le encomienda una nueva misión y le da instrucciones específicas para cumplirla.
11- (1 Reyes 19:18). ¿Y qué puede decirse de los sentimientos de soledad de Elías? Jehová toma dos medidas para aliviarlos. En primer lugar, le manda que unja a Eliseo para que sea el profeta que con el tiempo lo reemplazará. Este hombre más joven será su compañero y ayudante por unos cuantos años. ¡Qué medida tan práctica! En segundo lugar, Jehová le revela esta emocionante noticia: "He dejado que siete mil permanezcan en Israel, todas las rodillas que no se han doblado a Baal, y toda boca que no lo ha besado" Elías no está solo, ni mucho menos. Debe de sentirse muy bien al saber que esos miles de fieles se han negado a idolatrar a Baal. Ellos necesitan que él continúe con su fiel servicio, que les dé un ejemplo de lealtad inquebrantable en tiempos tan tenebrosos. Las palabras del mensajero de Jehová —la "voz calmada y baja" de su Dios— sin duda lo conmueven profundamente.
Al igual que a Elías, quizás nos sobrecojan, y con toda razón, las imponentes fuerzas de la naturaleza. La creación deja patente el poder del Creador (Romanos 1:20). Jehová sigue complaciéndose en utilizar ese poder infinito para ayudar a sus siervos fieles (2 Crónicas 16:9). Ahora bien, él se comunica con nosotros más detalladamente a través de las páginas de su Palabra (Isaías 30:21). En cierto sentido, la Biblia es hoy como esa "voz calmada y baja" con la que Jehová nos guía, corrige, alienta y reafirma su amor.
12- (1 Reyes 19:19). ¿Se habría sentido Elías inseguro por tener que delegar parte de sus obligaciones o por la perspectiva de ser reemplazado? No lo sabemos, pero tampoco podemos afirmar que no hayan cruzado por su mente esos pensamientos. Después de todo, era un "hombre de sentimientos semejantes a los nuestros" (Santiago 5:17). En cualquier caso, la Biblia dice que fue "a donde [Eliseo] y echó sobre él su prenda de vestir oficial". Esta prenda —probablemente de piel de oveja o de cabra— era una especie de capa que representaba la comisión especial que Elías había recibido de Jehová, de modo que el acto de ponérsela sobre los hombros a Eliseo estaba lleno de simbolismo. Elías cumplió con gusto la orden de Jehová de nombrar un sucesor. Confió en él y lo obedeció.
13- (1 Reyes 20:11) . Cuando Ben-hadad se jactó de que destruiría Samaria, el rey de Israel contestó: "El que se ciñe [la armadura para la guerra] no se jacte como el que se [la] desabrocha" cuando vuelve victorioso de la batalla. Cuando nos encaramos a una nueva tarea, tenemos que evitar la confianza excesiva del jactancioso (Proverbios 27:1; Santiago 4:13-16).
14- (1 Reyes 20:34). Después que Jehová le dio la victoria a Acab sobre los sirios, ¿por qué le perdonó este la vida a su rey, Ben-hadad? En lugar de matar a Ben-hadad, Acab celebró un pacto con él, según el cual se le asignarían a Acab ciertas calles de Damasco, la capital de Siria, probablemente para establecer en ellas bazares o mercados. Con anterioridad, el padre de Ben-hadad también se había apropiado de ciertas calles de Samaria con fines comerciales. Por eso, se puso a Ben-hadad en libertad para que Acab pudiera fomentar su comercio en Damasco.
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