lunes, 27 de julio de 2015
1 Reyes 15 a 17
1-(1 Rey. 15:11, 12) Asa no siguió en las pisadas de su padre ni de su abuelo. “Asa procedió a hacer lo que era recto a los ojos de Jehová, como David su antepasado.” Sí, él optó por no ser como su padre o aun como su abuelo. Siguió el ejemplo de su tatarabuelo, David, en su celo por la adoración verdadera. La Biblia pasa a decir acerca de Asa: “Hizo pasar del país a los prostitutos de templo y quitó todos los ídolos estercolizos que sus antepasados habían hecho.” ( 2 Cró. 14:2-5) Efectuó una campaña vigorosa en contra de la idolatría.
La fe de Asa en Jehová fue recompensada grandemente. ¿Cómo? Bueno, con el tiempo una fuerza de un millón de hombres bajo Zera el etíope salió contra el reino de Judá. El rey clamó al Altísimo con estas palabras: “Oh Jehová, en cuanto a ayudar, contigo no importa sí hay muchos o los de ningún poder. Ayúdanos, oh Jehová nuestro Dios, porque de veras nos apoyamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra esta muchedumbre. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios.”—2 Cró. 14:9-11. Dios escuchó a este rey que estaba demostrando ser diferente de su padre. Con ayuda divina, los súbditos de Asa lograron propinar una derrota humillante al enemigo etíope.—2 Cró. 14:12, 13.
2- (1 Rey. 15:13) En cuanto a Asa, ni siquiera se retuvo de tomar acción en contra de su abuela idólatra Maaca, a quien se consideraba como una especie de ‘señora de importancia’ en el reino. “Porque ella le había hecho un ídolo horrible al poste sagrado,” o la diosa Aserá, Asa no le permitió continuar en su posición.
3- (1Re 15:16-22) El rey Baasá de Israel se dispuso a bloquear el paso de cualquiera que se sintiera inclinado a regresar a Judá fortificando la ciudad fronteriza de Ramá, situada en el camino principal a Jerusalén y a poca distancia al N. de dicha ciudad. Debido a un razonamiento humano o a prestar atención a algún mal consejo, Asá no se apoyó solo en Jehová, sino que recurrió a la diplomacia y a la conspiración para librarse de esta amenaza. Tomó los tesoros del templo y los de la casa real, y los envió como soborno al rey Ben-hadad de Siria con el fin de inducirlo a atacar la frontera norteña de Israel y de este modo distraer la atención de Baasá. Ben-hadad I aceptó, y su incursión en las ciudades del N. de Israel interrumpió la obra de construcción de Baasá y forzó la retirada de sus fuerzas de Ramá. Asá entonces reclutó toda la mano de obra disponible en el reino de Judá y se llevó la totalidad del abastecimiento de materiales de construcción de Baasá, que usó para edificar las ciudades de Gueba y Mizpá. (2Cr 16:1-6.)
Por esta razón, Hananí el vidente se enfrentó a Asá, le señaló su inconsecuencia al no apoyarse en el Dios que le había librado de la enorme fuerza etíope y le recordó que “en cuanto a Jehová, sus ojos están discurriendo por toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él”. Debido a su necedad, Asá habría de enfrentarse a un estado de guerra continuo. Resentido por la corrección, el rey encarceló injustamente a Hananí y oprimió a otros del pueblo. (2Cr 16:7-11.)
4- (1Re 16:4) Los perros, al igual que las aves carroñeras, se alimentaban de despojos, particularmente en las ciudades. La Ley mandaba que se arrojase a los perros la carne que había despedazado una bestia salvaje. (Éx 22:31.) El juicio de Jehová contra sus enemigos a veces consistía en que los perros comiesen sus cadáveres o lamiesen su sangre. Debido al proceder de absoluta infidelidad que siguieron los reyes Jeroboán, Baasá y Acab, cualquiera que perteneciese a sus respectivas casas y que muriese en la ciudad tenía que ser devorado por los perros.
5- (1 Rey. 16:34).Cuando Josué destruyó la ciudad de Jericó pronunció un juramento, diciendo: “Maldito de Yavé quien se ponga a reedificar esta ciudad de Jericó. Al precio de la vida de su primogénito ponga los cimientos, al precio de su hijo menor ponga las puertas.. El hacer caso omiso de las advertencias de Dios acarrea calamidad.CUANDO Dios da una advertencia lo hace con razón y no lo hace simplemente para manifestar su autoridad. Siempre la da para el provecho personal de todos los que oyen.
La advertencia los salva de errores graves y costosos. Antes de que la nación de Israel entrara en la Tierra Prometida, Dios les advirtió del peligro de hacer caso omiso de su ley.Además, al prestar atención a las advertencias de Jehová aprendemos cuál es su sentir acerca de ciertos asuntos, cómo los considera, y llegamos a conocer sus caminos. Y ésta es la cosa más importante de todas... conocer íntimamente a Jehová Dios, entrando así en relación más estrecha con él. Frecuentemente las advertencias que Dios dio estuvieron en forma de profecías, o eran mandatos que, de hecho, eran proféticos. Un caso a propósito es la declaración que tocante a Jericó hizo Josué, sucesor de Moisés y comandante de los ejércitos de Israel. Josué recibió de Dios las órdenes de vencer a los habitantes cananeos de la Tierra Prometida, porque practicaban adoración sexual sumamente degradada y ritos idolátricos, demoníacos, y estaban contaminando la tierra con inmoralidad, enfermedad y derramamiento de sangre.
6- (1 Reyes 16:29-32) Debido a que el edificador del templo, el rey Salomón, se hizo infiel a Jehová en su vejez, Dios arrancó diez de las doce tribus de Israel del hijo y sucesor de Salomón, Roboam. Así permitió que se estableciera un reino de Israel de diez tribus con una diferente ciudad capital real. Este reino nuevo rápidamente se apartó de la adoración de Jehová en su templo en Jerusalén y estableció la adoración de becerros de oro en las ciudades de Dan y Betel, en el año 997 a. de la E.C. Cincuenta y siete años más tarde Acab el hijo del inicuo rey Omri llegó a ser rey de aquellas diez tribus de Israel. Avanzó todavía más en la idolatría casándose con la hija de un sacerdote extranjero del dios falso Baal y estableciendo la adoración de Baal en su ciudad capital, SamariaNo deseando que este reino de diez tribus lo olvidará completamente, Jehová le envió profetas y todavía le dio al reino idólatra razón para saber que él era Jehová el Dios de sus antepasados.
7- (1 Reyes 17:1.) Probablemente fue al final de un largo y seco verano —precisamente cuando la gente esperaba que Baal trajera las lluvias dadoras de vida— que Elías apareció en la escena. Entra repentinamente en el registro bíblico como un trueno. Se nos dice poco sobre sus antecedentes, y nada acerca de su familia. Pero a diferencia de los truenos, Elías no resultó ser el precursor de una tempestad de lluvia. Anunció a Acab: “¡Tan ciertamente como que vive Jehová el Dios de Israel, delante de quien en efecto estoy de pie, no habrá durante estos años ni rocío ni lluvia, excepto por orden de mi palabra!”.
Imagínese a este hombre con rústica vestimenta de pelo. Es nativo de las escarpadas colinas de Galaad, y probablemente se crió entre los humildes pastores de rebaños. Está de pie ante el poderoso rey Acab, quizás allí en su enorme palacio, con su famosa casa de marfil, sus abundantes y exóticas decoraciones e imponentes ídolos. Allí, en la bulliciosa ciudad amurallada de Samaria, donde casi se ha echado al olvido la adoración de Jehová, Elías dice a Acab que el dios de él, ese Baal, es impotente, es nada. ¡Pues este año y en años por venir, declara Elías, no habrá ni lluvia ni rocío!
¿Cómo obtuvo él semejante fe? ¿No se sintió intimidado al estar de pie ante aquel arrogante rey apóstata? Tal vez. Más de mil años después, Santiago, medio hermano de Jesús, nos asegura que Elías era “hombre de sentimientos semejantes a los nuestros”. (Santiago 5:17.) Pero note las palabras de Elías: “Tan ciertamente como que vive Jehová el Dios de Israel, delante de quien en efecto estoy de pie”. Elías tenía presente que, como siervo de Jehová, estaba de pie ante un trono mucho más elevado que el de Acab... ¡el trono del Señor Soberano del universo! Elías era un representante, un emisario, de ese trono. Con eso en mente, ¿por qué había de temer a Acab, un insignificante monarca humano que había perdido la bendición de Jehová?
No fue casualidad el que Jehová fuera tan real para Elías. Sin duda el profeta había estudiado el registro de los tratos de Dios con Su pueblo. Jehová había advertido a los judíos que los castigaría con sequía y hambre si se volvían a adorar dioses falsos. (Deuteronomio 11:16, 17.) Con confianza en que Jehová siempre cumple su palabra, Elías “oró que no lloviera”. (Santiago 5:17.)
8- (1 Reyes 17:3, 4.) Manifiesté fe al seguir instrucciones. Sin embargo, por el momento la proclamación de Elías puso en peligro su vida. Era tiempo de manifestar otro aspecto de su fe. Para permanecer vivo, tenía que ser fiel a las siguientes instrucciones de Jehová. Elías obedeció inmediatamente. Para sobrevivir a la sequía y el hambre que le sobrevendría a su país, tendría que depender de cualesquiera provisiones que Jehová le hiciera. Eso no sería fácil. Significaba esconderse y vivir en completo aislamiento por meses consecutivos. Significaba comer carne y pan que le trajeran los cuervos —aves carroñeras consideradas inmundas según la Ley de Moisés—, y confiar en Jehová en que tal carne no era carroña, sino carne desangrada apropiadamente de acuerdo con la ley. Aquel milagro prolongado parece tan improbable a algunos comentaristas bíblicos que sugieren que la palabra original aquí tiene que haber significado “árabes” y no “cuervos” en absoluto. Pero los cuervos eran la selección ideal. ¡Nadie sospecharía que esas despreciables aves inmundas que volaban hacia el desierto con trozos de comida en realidad estuvieran alimentando a Elías, a quien Acab y Jezabel buscaban en todos los reinos en derredor!
9- (1 Reyes 17:7-9.) A medida que la sequía persistía, puede que Elías se haya preocupado cada vez más debido a su abastecimiento de agua en el valle torrencial de Kerit. La mayoría de los valles torrenciales de Israel se secan durante las sequías, y “al cabo de algunos días” este también se secó. ¿Puede imaginarse cómo se sintió Elías cuando el agua fue disminuyendo hasta convertirse en un chorrito y día tras día las charcas iban secándose? De seguro tiene que haberse preguntado qué ocurriría cuando se terminara el agua. No obstante, Elías permaneció fielmente donde estaba. No fue sino hasta que se secó el chorro que Jehová le dio las siguientes instrucciones. Al profeta se le dijo que fuera a Sarepta. Allí hallaría alimento en la casa de una viuda.
10- (1 Reyes 17:13-16)Su obediencia fue recompensada al poco tiempo. Se encontró con la viuda tal como se había predicho y halló en ella la clase de fe que tanto faltaba entre sus coterráneos. Esta viuda pobre tenía solo suficiente harina y aceite para preparar una última comida para ella y su hijito. Sin embargo, aunque estaba en extrema necesidad, estuvo dispuesta a hacerle primero pan a Elías y a confiar en su promesa de que Jehová mantendría llenos los jarros de aceite y de harina de ella mientras tuviera necesidad. ¡No es de extrañar que Jesucristo haya evocado el fiel ejemplo de la viuda al denunciar a los israelitas infieles de su propio día.( Lucas 4:25, 26.)
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