lunes, 29 de junio de 2015

1 Reyes 3-6

1- (1 Rey. 3:1.) ¿Abrazó la hija de Faraón en algún momento la religión verdadera, como Rut? La Biblia no indica que obrara así. Lo que sí indica es que cuando Salomón le edificó una casa (quizás también para sus doncellas egipcias), la hizo fuera de la Ciudad de David. ¿Por qué? Las Escrituras señalan que tomó esta medida porque era inapropiado que los paganos vivieran junto al arca del pacto (2 Cró. 8:11).
Tal vez contrajo matrimonio con la princesa egipcia pensando en las posibles ventajas políticas. Pero ¿se justificaba su decisión? No. Siglos antes, Dios había prohibido a sus siervos casarse con las mujeres de Canaán, enumerando específicamente varios pueblos de aquella tierra pagana (Éxo. 34:11-16). ¿Razonó Salomón que, como Egipto no aparecía en la lista, su conducta no era censurable? Si lo hizo, no tenía excusa. Estaba pasando por alto un peligro que Jehová había mencionado expresamente: ser desviado a la religión falsa (léase Deuteronomio 7:1-4).
¿Cómo mostramos que hemos aprendido de los errores de Salomón? Una hermana tal vez trate de encontrar alguna justificación para tener relaciones románticas con un no creyente, dejando a un lado las claras instrucciones divinas de “casarse [...] solo en el Señor” (1 Cor. 7:39). Con pretextos similares, algunos quizás participen en su centro de estudios en asociaciones y equipos deportivos fuera de horas de clase, declaren menos ingresos de los reales o mientan cuando deberían revelar acciones por las que se exponen a sufrir vergüenza. El punto es que todos podríamos caer en el error de buscar pretextos para no cumplir con los mandatos de Dios, tal como seguramente hizo Salomón.
2- (1 Reyes 3:5-14 ) Al comienzo del reinado de Salomón, Jehová se le apareció en un sueño y lo invitó a pedirle lo que quisiera. Consciente de su poca experiencia, el monarca pidió sabiduría, Dios quedó muy complacido de que, en vez de preocuparse por la fortuna y la gloria, le hubiera hecho esa solicitud, de modo que le concedió “un corazón sabio y entendido”, aparte de grandes riquezas. Jesús señaló que la fama de Salomón llegó hasta la reina de Seba, quien hizo un largo viaje para ver si de verdad era tan sabio.
Hoy no esperamos recibir milagrosamente la sabiduría. Es cierto que Salomón dijo que es Jehová quien la da, pero también indicó lo que debe hacer cada uno a fin de adquirirla: “Con tu oído [presta] atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento”. Además, mostró que esta cualidad divina solo se consigue con esfuerzo, pues usó expresiones como “si clamas”, “si sigues buscando” y “si sigues en busca” (Pro. 2:1-6). Como vemos, es algo que debemos y podemos obtener.
3- (1Reyes 3:9) Cada uno de nosotros debe pedirle a Dios “un corazón obediente”, como hizo el rey Salomón. Este monarca reconocía que lo necesitaba para “discernir entre lo bueno y lo malo” al juzgar a sus hermanos israelitas (1 Reyes 3:9). Nosotros también precisamos “un corazón obediente” para distinguir entre el bien y el mal en un mundo saturado del espíritu de desobediencia. Con ese fin, Dios nos ha suministrado su Palabra, publicaciones para el estudio de la Biblia, las reuniones cristianas y superintendentes bondadosos. ¿Estamos aprove.
4- (1 Reyes 3:10-13) . ¿Cómo demostró misericordia Jehová a Salomón, pero qué no deberíamos olvidar nunca? Cabe destacar que la Biblia menciona en primer lugar que Salomón se casó con esa princesa extranjera y luego relata que recibió la sabiduría que había solicitado, así como abundantes riquezas. Aunque había desoído las instrucciones de Dios, no leemos que él lo rechazara enseguida como rey ni que lo disciplinara con severidad. Y es que Jehová comprende que los humanos estamos formados del polvo y somos imperfectos (Sal. 103:10, 13, 14). Pero no olvidemos nunca que nuestros actos tienen consecuencias, sea que vengan inmediatamente o con el transcurso del tiempo.
5- (1 Reyes 4:24,25) En los calurosos veranos de Oriente Medio, cuando la sombra es un auténtico lujo, se agradece cualquier follaje que resguarde del sol, particularmente si está cerca de la vivienda. Pero la sombra que brindan las higueras, con sus extensas ramas y sus anchas y grandes hojas, supera a la de casi todo árbol de la zona.
Según el libro Plants of the Bible, “tienen fama de dar una sombra más refrescante y fría que las tiendas de campaña”. En la antigüedad, las que crecían en las orillas de las viñas eran ideales para que los labradores israelitas se tomaran un respiro. Al concluir una larga y calurosa jornada, la familia podía sentarse a pasar un buen rato al pie de su higuera. Además, esta recompensaba a sus dueños con copiosas cosechas de nutritivo fruto. Por ello, desde la época salomónica se usaba la frase “sentarse debajo de la higuera” para simbolizar una vida llena de paz, prosperidad y abundancia.
Jesús también recurrió a este frutal para impartir una importante lección sobre su presencia: “Aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas” (Mateo 24:32, 33). En efecto, las hojas verdes brillantes de esta planta son una señal evidente e inequívoca de la proximidad del verano. De igual modo, el cumplimiento de los claros rasgos de la gran profecía de Jesús, consignada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, nos indica que vivimos en el tiempo de su presencia como Rey celestial (Lucas 21:29-31).
Dado que nos hallamos en este momento crucial de la historia, queremos sin duda aprender de este árbol. Si así lo hacemos y nos mantenemos despiertos espiritualmente, lograremos ver el cumplimiento de esta maravillosa promesa: “Se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:4).
6- (1Reyes 5:13,14) De todos es sabido que era costumbre imponer trabajos forzados a los pueblos conquistados o subyugados. Por ejemplo, los egipcios esclavizaron a los israelitas y los obligaron a trabajar en la fabricación de ladrillos. Posteriormente, los israelitas sometieron a trabajos forzados a los cananeos que habitaban la Tierra Prometida, y en la época de David y Salomón se siguieron métodos parecidos.
Cuando los israelitas pidieron un rey, Samuel explicó los deberes que el rey podría reclamar legítimamente de sus súbditos. Podría exigirles que sirvieran de jinetes y conductores de carros, y asignarles tareas como arar, cosechar, fabricar armas, y así por el estilo (1 Samuel 8:4-17). Cabe señalar que, aunque durante la construcción del templo de Jehová se sometió a los forasteros a trabajos forzados de esclavos, “a ninguno de los hijos de Israel constituyó Salomón en esclavo; pues ellos eran los guerreros, y los siervos de él, y sus príncipes, y sus adjutores y jefes de los que conducían sus carros y de sus hombres de a caballo”.
El Sermón del Monte pone de relieve que los judíos del siglo primero estaban familiarizados con la posibilidad de ser ‘obligados a servir’. Esta expresión se traduce de la palabra griega ag·ga·réu·o. Originalmente, este vocablo se relacionaba con la actividad de los correos persas, quienes tenían autoridad para utilizar hombres, caballos, barcos o cualquier otra cosa que necesitaran para acelerar su servicio.
En los tiempos de Jesús, Israel estaba ocupada por los romanos, quienes habían adoptado un sistema parecido. En las provincias orientales, además de los impuestos normales, podía obligarse a la población a realizar diversos trabajos, fuera habitualmente o en ocasiones excepcionales. El pueblo vería aquellos deberes, como mínimo, con desagrado. También era común la requisa no autorizada de bestias, arrieros y carruajes para realizar transportes para el Estado.
Según la documentación de la que se dispone, en el Oriente Próximo el servicio obligatorio (corvea o angaria) se remonta al siglo XVIII a.E.C. Los textos administrativos de la antigua ciudad siria de Alalakh hacen referencia a grupos reclutados por el gobierno para realizar diversas prestaciones. En Ugarit, en la costa siria, los arrendatarios agrícolas estaban sujetos a formas similares de servicio obligatorio, a no ser que el rey les otorgara inmunidad.
7- (1Reyes 6:1) REGISTROS CRONOLÓGICOS PRECISOS. Aqui encontramos un ejemplo del valor que tienen los precisos registros cronológicos de la Biblia. En ese pasaje se indica el año en que el rey Salomón comenzó las obras del templo de Jerusalén: “En el año cuatrocientos ochenta [es decir, 479 años completos] después que los hijos de Israel hubieron salido de la tierra de Egipto, en el año cuarto [del reinado de Salomón], en el mes de Ziv, es decir, el segundo mes, después que Salomón hubo llegado a ser rey sobre Israel, aconteció que él procedió a edificar la casa a Jehová”. La cronología bíblica establece que el cuarto año del reinado de Salomón fue 1034 a.e.c. Si retrocedemos 479 años completos, llegamos al 1513 a.e.c., año del éxodo de Israel.

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