lunes, 18 de mayo de 2015

2 Samuel 9-12



1-(2 Samuel 9:6, 7, 13). A a la continua hospitalidad del rey David a Mefibóset, el hijo de su amigo Jonatán, se le llama, bondad amorosa, no mera bondad pues fue una prueba de su lealtad a una relación establecida previamente (1 Samuel 18:3; 20:15, 42). Del mismo modo, los siervos de Dios de la actualidad son bondadosos con la humanidad en general, pero expresan continua bondad amorosa, o amor leal, a aquellos con quienes comparten una relación aprobada por Dios (Mateo 5:45; Gálatas 6:10).


2- (2 Sa 9:8) Los perros (Canis familiaris), al igual que las aves carroñeras, se alimentaban de despojos, particularmente en las ciudades. La Ley mandaba que se arrojase a los perros la carne que había despedazado una bestia salvaje. (Éx 22:31.)  Mefibóset, el hijo de Jonatán, cuando habló con el rey David, se refirió a sí mismo como “un perro muerto”, esto quiere decir que  él mismo se consideraba una persona de condición  baja.


3- (2 Samuel 10:1, 2). La bondad humana normal y la bondad amorosa difieren en diversos aspectos. Por ejemplo, quienes muestran bondad humana a otras personas por lo general lo hacen sin tener una relación profunda y personal con ellas. En cambio, si manifestamos bondad amorosa a alguien, nos apegamos amorosamente a él. En la Biblia, las expresiones de bondad amorosa entre seres humanos pueden basarse en relaciones ya existentes (Génesis 20:13; 2 Samuel 3:8; 16:17) o en relaciones que son el resultado de actos de bondad previos (Josué 2:1, 12-14; 1 Samuel 15:6;).


 Un caso de bondad humana se ilustra con lo que le sucedió a un grupo de náufragos, entre quienes estaba el apóstol Pablo, a los que la corriente arrastró hasta la isla de Malta (Hechos 27:37–28:1). Aunque los malteses no tenían ninguna obligación previa para con aquellos navegantes en dificultades ni una relación con ellos, los recibieron con hospitalidad y les mostraron “extraordinaria bondad humana” (Hechos 28:2, 7). Fueron amables y hospitalarios, pero lo hicieron debido a un hecho fortuito y con unos extraños. Por tanto, se trató de bondad humana.


4-(2 Samuel 12: 1-6) Todos pecamos muchas veces. Son tantas que en ocasiones, por muy arrepentidos que estemos, quizá dudemos de que Dios escuche nuestras oraciones y nos perdone. Pero la Biblia enseña otra cosa: aunque él no tolera el pecado, siempre está dispuesto a perdonar al pecador arrepentido. ¿Le cuesta creerlo? Repasemos un episodio de la vida de David, rey del antiguo Israel. Se encuentra en el capítulo 12 del libro de Segundo de Samuel.


David había cometido graves pecados. Primero, había tenido relaciones sexuales con una mujer casada llamada Bat-seba y luego, al fallar sus intentos de encubrir lo sucedido, había hecho que mataran a su esposo. Aunque consiguió mantener su pecado en secreto durante varios meses, Jehová Dios estaba mirando y sabía lo que había hecho. Sin embargo, también veía el corazón de David y sabía que podía arrepentirse (Proverbios 17:3). ¿Qué hace Jehová entonces?


Envía al profeta Natán para que hable con David (versículo 1). Con la ayuda del espíritu santo, Natán escoge bien las palabras con las que abordará al rey. A fin de cuentas, debe quitarle la venda de los ojos y hacerle entender la gravedad de sus pecados.


5-(2 Samuel 12: 7) La historia del profeta Natán ha surtido efecto. El propio David se ha juzgado y condenado. Natán solo tiene que decirle: “¡Tú mismo eres el hombre!” .


6- (2 Samuel 12: 10,13,14) Dios indica que está muy ofendido por lo que hizo David: al desobedecer las leyes divinas, le ha demostrado una gran falta de respeto. “Me despreciaste”, asegura Jehová (versículo 10). Abrumado por la culpa, David confiesa: “He pecado contra Jehová”. De inmediato, Natán le explica que, aunque tendrá que sufrir las consecuencias de sus actos, Jehová lo perdona.

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