lunes, 30 de marzo de 2015

1 Samuel 14 y 15

 



1-(1 Samuel 14:6 - 10) Jonatán peleaba por la justicia y reconocía que"para Jehová no hay estorbo en salvar por muchos o por pocos". Estaba conciente que siempre es necesario buscar la guía divina para la victoria en el guerrear teocrático.

 

2- (1 Samuel 14:11-23, 31) Pero ¿qué podrían hacer dos hombres contra los soldados de toda una avanzada militar? Pues bien, ¿acaso no ayudó Jehová al juez Ehúd cuando este lideró a Israel en la batalla contra Moab? ¿Y no fue Dios quien hizo posible que Samgar diera muerte a 600 filisteos con una aguijada, y quien facultó a Sansón para realizar sus grandes hazañas contra los filisteos? Consciente de todo aquello, Jonatán se colocó a la vista de los filisteos confiando en que Dios también lo ayudaría a él (Jueces 3:12-31; 15:6-8, 15; 16:29, 30).

Al ver a los dos israelitas, los filisteos gritaron: "¡Suban a nosotros, y les haremos saber una cosa!". Entonces, Jonatán y su escudero subieron, y con gran valor atacaron y mataron a unos veinte soldados enemigos, haciendo cundir el pánico en la avanzada. Los filisteos debieron de imaginarse que detrás de aquellos dos guerreros israelitas venían muchos más. El relato cuenta que, a continuación, "ocurrió un temblor [...] entre toda la gente de la avanzada", y que "la tierra empezó a estremecerse, y aquello se desarrolló en un temblor procedente de Dios.

El terremoto provocado por Jehová causó tal desconcierto entre los filisteos que "la espada de cada uno [llegó] a estar contra su semejante". Al ver la situación, el ejército israelita cobró ánimo y, con el apoyo de muchos otros israelitas los que habían estado escondidos y los que anteriormente se habían puesto de parte de los filisteos, "siguieron derribando a los filisteos desde Micmash hasta Ayalón".

 

3- (1 Samuel 14:33, 35.) ¿Violaron deliberadamente la Ley los soldados del rey Saúl? ¿Mostraron una total indiferencia a la ley divina referente a la sangre? (Compárese con Números 15:30.)

No hay razones para llegar a esa conclusión. El relato dice que el pueblo estaba ‘degollando los animales en la tierra y comiendo junto con la sangre’. Así que puede que hayan intentado desangrar a los animales. (Deuteronomio 15:23.) Sin embargo, debido al cansancio y al hambre, no colgaron a los animales degollados ni permitieron suficiente tiempo para que se desangraran bien. Degollaron las ovejas y el ganado vacuno "en la tierra", lo que retardaría el desangrado, y enseguida cortaron carne de los animales, que quizás yacían sobre la sangre. De modo que, aunque hubieran tenido la intención de obedecer la ley de Dios, no cumplieron con ella del modo apropiado ni al grado adecuado.

Como resultado, "el pueblo se entregó a comer junto con la sangre", lo que constituyó un pecado. Saúl se dio cuenta de ello y mandó que se rodara una piedra grande. Dio la siguiente orden a sus soldados: "Acérquenme, cada uno de ustedes, su toro y, cada cual, su oveja, y en este lugar tienen que degollar y comer, y no deben pecar contra Jehová comiendo junto con la sangre". Los soldados culpables obedecieron, y "Saúl procedió a edificar un altar a Jehová".

Puede que el degollar a los animales sobre la piedra haya hecho posible que se desangraran adecuadamente. La carne de los animales se comería en otro lugar, lejos de donde habían sido degollados. Saúl tal vez empleó parte de la sangre en el altar para implorar la misericordia de Dios en favor de los que habían pecado. Por lo visto, Jehová les tuvo misericordia, pues sabía lo que los soldados habían intentado hacer a pesar de que estaban muy cansados y hambrientos. Dios quizás haya tomado también en consideración el hecho de que el juramento precipitado de Saúl colocó a sus hombres en una situación desesperada.

Esta experiencia muestra que una emergencia no es excusa para hacer caso omiso de la ley divina. También nos debe ayudar a ver la importancia de pensar con detenimiento antes de hacer un juramento, pues un voto irreflexivo puede perjudicarnos personalmente y causar problemas a otras personas. (Eclesiastés 5:4-6.)

 

4- (1 Samuel 14:38-45.) Los siervos de Dios de la actualidad no participamos en guerras, pero hay momentos en la vida en que también necesitamos fe y valor. En realidad, cuando todos los que nos rodean hacen cosas malas, puede resultar muy difícil hacer lo que sabemos que está bien. No obstante, Jehová nos fortalecerá y, además, bendecirá los esfuerzos que hagamos por cumplir sus justas normas. Por poner un ejemplo, tal vez usted necesite valor para asumir cierto privilegio de servicio en la organización de Jehová, como ampliar su ministerio, aceptar una nueva asignación o mudarse a donde haya mayor necesidad de proclamadores del Reino. Puede que no se sienta capacitado para asumir tales responsabilidades, pero no olvide que ofrecerse para que Jehová lo utilice según su voluntad es una sabia decisión. Además, usted no estará solo, pues tal como "fue con Dios con quien [Jonatán] trabajó", usted también estará trabajando con Dios.

 

5- (1 Samuel 14:43-45) ¿Perdió Jonatán el favor de Dios por comer miel en violación del juramento de Saúl? No parece que ese acto le acarreara la desaprobación divina. En primer lugar, él no estaba al tanto de lo que había dicho su padre. Además, sea que el juramento haya estado motivado por un falso celo o por un punto de vista erróneo sobre el poder real, ocasionó problemas al pueblo. Cuando, sin saberlo, Jonatán cometió la ofensa por la cual Saúl lo sentenció a muerte, aceptó aquel juicio con humildad. Felizmente, el pueblo lo redimió. Aprendemos que debemos perdonar a los que muchas veces sin saberlo nos ofenden.

 

6- (1 Samuel 15:6). ¿Por qué mostró Saúl consideración especial a los quenitas? Los quenitas eran hijos del suegro de Moisés y ayudaron a los israelitas después de que estos partieron del monte Sinaí (Núm 10:29-32). Los quenitas también moraron por algún tiempo con los hijos de Judá en la tierra de Canaán (Jueces 1:16). Aunque posteriormente residieron entre los amalequitas y varios pueblos más, mantuvieron buenas relaciones con Israel. Con razón, Saúl les perdonó la vida a los quenitas.

 

 

7- (1 Samuel 15:11, 35). Los profetas de la antigüedad relatan que en varias ocasiones Dios dijo ‘sentir pesar’ por algo que había hecho o pensaba hacer. Por ejemplo, Dios dijo que le ‘pesaba [del hebreo na·jám] haber hecho a Saúl rey sobre Israel’. Puesto que Dios es perfecto, estos pasajes no pueden indicar que haya cometido un error cuando escogió a Saúl como primer rey de Israel. Lo que sin duda quieren decir es que Dios sintió pesar por la infidelidad y desobediencia de Saúl. No tendría sentido que Dios se expresara de esa manera si hubiera sabido de antemano cómo actuaría Saúl.

El mismo término aparece en la parte más antigua de las Escrituras, donde dice lo siguiente con relación a los días de Noé: "Jehová sintió pesar por haber hecho a hombres en la tierra, y se sintió herido en el corazón. De modo que Jehová dijo: ‘Voy a borrar de sobre la superficie del suelo a hombres que he creado, [...] porque de veras me pesa haberlos hecho’" (Génesis 6:6, 7). Una vez más, esto demuestra que Dios no predetermina las acciones de los hombres. Dios sintió pesar, pena y hasta dolor, no porque se hubiera equivocado, sino porque había proliferado la maldad de los hombres. Al Creador le pesó que se hiciera necesario destruir a toda la humanidad con la excepción de Noé y su familia. Dios nos asegura: "No me deleito en la muerte del inicuo" (Ezequiel 33:11; compárese con Deuteronomio 32:4, 5).

Así que, ¿previó o hasta decretó Dios el pecado de Adán, así como las consecuencias calamitosas que esto tendría para la entera familia humana? Lo que acabamos de analizar indica que no puede ser así. Es más, si Dios lo hubiera previsto todo, se habría convertido en el autor del pecado cuando creó al hombre y sería deliberadamente responsable por toda la maldad y el sufrimiento humanos. Obviamente, eso no es compatible con lo que Dios revela sobre sí mismo en las Escrituras. Él es un Dios de amor y justicia que odia la maldad (Salmo 33:5; Proverbios 15:9; 1 Juan 4:8).

 

 

8- (1 Samuel 15:1-22) Jehová le ordenó aniquilar a la nación de Amaleq porque en el pasado esta había atacado a Israel sin provocación alguna; ni siquiera debía conservar vivos a los animales domésticos. Saúl obedeció hasta el grado de "derribar a Amaleq desde Havilá hasta Sur". Cuando Samuel vino a su encuentro, el rey, eufórico por la victoria, le dijo: "Bendito eres tú de Jehová. He llevado a cabo la palabra de Jehová". Pero, pasando por alto las claras instrucciones que habían recibido, Saúl y el pueblo perdonaron la vida al rey Agag y a "lo mejor del rebaño y de la vacada y a los gordos y a los carneros y a todo lo que era bueno". Saúl justificó su desobediencia diciendo: "El pueblo le tuvo compasión a lo mejor del rebaño y de la vacada, con el propósito de hacer sacrificios a Jehová tu Dios". Dado que Jehová había ordenado la aniquilación de aquellos animales, no los aceptaba como sacrificios.

 

 

9- (1 Samuel 15:22, 23). ¿En qué sentido es mejor la obediencia "que un sacrificio"? Por ser el Creador, Jehová ya es dueño de todas las cosas materiales que poseemos. ¿Habrá, entonces, algo que podamos darle? Sí, podemos darle algo muy valioso. ¿Qué es? La respuesta se desprende de esta exhortación que él nos hace: "Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio" (Proverbios 27:11). Podemos ofrecer a Dios nuestra obediencia. Aunque tengamos circunstancias y orígenes distintos, si somos obedientes, cada uno de nosotros podrá responder a la maliciosa afirmación del Diablo de que los seres humanos no guardamos lealtad a Dios cuando se nos somete a prueba. ¡Qué gran privilegio tenemos!

A Dios le interesan las decisiones que tomamos, y le afecta nuestra desobediencia. ¿De qué manera? Le duele ver que alguien sigue un proceder tan insensato (Salmo 78:40, 41). Supongamos que una persona diabética no sigue la dieta que le han recetado e insiste en consumir alimentos que le hacen daño. ¿Cómo se sentirá el médico que la atiende, si realmente se preocupa por ella? Sin duda, a Jehová también le duele que le desobedezcamos, porque sabe cuáles son las consecuencias de no seguir su "receta" para la vida.

¿Qué nos ayudará a obedecer? Cada uno de nosotros debe pedirle a Dios "un corazón obediente", como hizo el rey Salomón. Este monarca reconocía que lo necesitaba para "discernir entre lo bueno y lo malo" al juzgar a sus hermanos israelitas (1 Reyes 3:9). Nosotros también precisamos "un corazón obediente" para distinguir entre el bien y el mal en un mundo saturado del espíritu de desobediencia. Con ese fin, Dios nos ha suministrado su Palabra, publicaciones para el estudio de la Biblia, las reuniones cristianas y superintendentes bondadosos. ¿Estamos aprovechando al máximo estas amorosas dádivas?

A este respecto, recordemos que en el pasado Jehová dijo a su pueblo que la obediencia valía más que el sacrificio de animales (Proverbios 21:3, 27; Oseas 6:6; Mateo 12:7). Pero ¿por qué? ¿Acaso no fue él quien instituyó tales sacrificios? Pues bien, ¿qué motiva al que hace la ofrenda? ¿Lo hace para agradar a Dios, o solo para seguir un ritual? La persona que de verdad quiere agradar a Dios cumplirá todos sus mandamientos. Dios no necesita que le ofrezcamos sacrificios animales, pero nuestra obediencia sí es algo valioso que podemos ofrecerle.



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