domingo, 8 de marzo de 2015

1 Samuel 1 a 4

1- 1 Samuel 1:3-7). A pesar de las tensiones, la familia de Elqaná hace todos los años probablemente a pie un viaje de 60 kilómetros [40 millas] ida y vuelta para ofrecer sacrificios a Jehová en el santuario de Siló. Estas ocasiones deben de ser especialmente difíciles para Ana, pues se reparten varias porciones del sacrificio de comunión a Peniná y a sus hijos, mientras que ella solo recibe una porción. Peniná aprovecha estas oportunidades para irritar a Ana, y hacerla sentir desconcertada, dado que parece que Jehová le ha "cerrado la matriz". Como resultado de esta vejación, Ana llora y no quiere comer. Estos viajes, que deberían ser motivo de alegría, se convierten en una fuente de angustia. Con todo, Ana no deja de visitar el santuario de Jehová.


Y nosotros, ¿imitamos el buen ejemplo de Ana? ¿Cómo reaccionamos cuando estamos desanimados? ¿Nos aislamos y evitamos el compañerismo de nuestros hermanos? Ana no actuó así, pues no dejó de congregarse con otros siervos de Jehová. Aunque nuestras circunstancias no sean las más favorables, debemos obrar igual (Salmo 26:12; 122:1; Proverbios 18:1; Hebreos 10:24, 25).


2- 1 Samuel 1:8). Elqaná puso un magnífico ejemplo en cuanto a fortalecer a otros con palabras (Job 16:5). Primero, sin erigirse en juez, le preguntó a Ana: "¿Por qué [...] se siente mal tu corazón?". Esas palabras la animaron a expresar sus sentimientos. Entonces, él le confirmó su cariño, preguntándole: "¿No soy yo mejor para ti que diez hijos?".


3- 1 Samuel 1:9,10) Nuestras oraciones deben ser precisas.

4- 1 Samuel 1:11,12. La importancia que Ana daba a la oración, su humildad, su gratitud por la bondad de Jehová y su constante cariño maternal hacen de ella un ejemplo para las mujeres temerosas de Dios.

5- 1 Samuel 1:12-18). Elí, el sumo sacerdote, cree que está borracha. Sus labios tiemblan, pero no emiten sonidos, pues habla desde el corazón. Se trata de un ruego muy fervoroso Imaginemos ahora cómo tuvo que sentirse Ana cuando Elí la acusa de estar borracha. Aun así, le responde con mucho respeto. Cuando Elí percibe que Ana ha estado orando movida "por la abundancia de [su] preocupación y [su] irritación", le dice: "Que el Dios de Israel conceda tu petición".

¿Qué lecciones aprendemos de este relato? Cuando le contamos a Jehová nuestros problemas, podemos hablarle con total sinceridad y hacerle peticiones concretas. Si no hay nada más que podamos hacer para solucionarlos, debemos dejarlo todo en sus manos; es lo mejor (Proverbios 3:5, 6). Es muy probable que al orar fervientemente nos llenemos de paz, como Ana. Tocante a la oración, el apóstol Pablo escribió: "No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús" (Filipenses 4:6, 7). Si arrojamos nuestra carga sobre Jehová, hemos de permitirle que se encargue de ella. Como Ana, no debemos preocuparnos más (Salmo 55:22).

 

 

6- 1 Samuel 2:1-10). Del relato inspirado de Ana se desprende que, si bien las faltas o la malicia de los demás pueden llegar a herirnos, no podemos permitir que nos priven del gozo de servir a Jehová. Él es el magnífico Oidor de la oración, aquel que responde a los clamores de sus siervos fieles librándolos de la aflicción y otorgándoles paz interior y muchas otras bendiciones (Salmo 22:23-26; 34:6-8; 65:2).

 
7- 1 Samuel 2:10). ¿Por qué pidió Ana en oración que Jehová "[diera] fuerza a su rey" cuando no había ningún rey humano en Israel? La Ley mosaica predijo que los israelitas tendrían un rey humano (Deuteronomio 17:14-18). En su lecho de muerte, Jacob profetizó: "El cetro [símbolo de autoridad real] no se apartará de Judá" (Génesis 49:10). Además, respecto a Sara la antepasada de los israelitas, Jehová dijo: "Reyes de pueblos provendrán de ella" (Génesis 17:16). De modo que Ana estaba orando respecto a un rey futuro.


 
8- 1 Samuel 2:12) Desde muy joven, Samuel tuvo que presenciar terribles actos de maldad y corrupción. En el libro de Samuel leemos que los dos hijos de Elí Hofní y Finehás "eran hombres que no servían para nada; [que] no reconocían a Jehová". Estas dos ideas van de la mano. Hofní y Finehás eran "hombres que no servían para nada" (literalmente, "hijos de la inutilidad") porque "no reconocían", o respetaban, a Jehová. Su desprecio por las justas normas de Dios los llevó a cometer graves pecados.


La Ley de Dios regulaba las tareas de los sacerdotes y la manera en que debían ofrecerse los sacrificios. Y con razón: aquellos sacrificios representaban los medios que Dios dispuso para perdonar los pecados de las personas a fin de que estuvieran limpias ante él y pudieran recibir su guía y bendición. El mal ejemplo de Hofní y Finehás hizo que otros sacerdotes trataran con falta de respeto las ofrendas del pueblo.

 

 

9- 1 Samuel 2:19-21) El paso del tiempo no logra que Ana olvide a su hijo. Dice el relato: "Su madre solía hacerle una vestidura pequeña sin mangas, y se la traía de año en año cuando subía con su esposo para sacrificar el sacrificio anual" ). Ana de seguro no cesa de orar por Samuel y, en sus visitas anuales, le anima a permanecer fiel en su servicio a Dios.

En una de tales ocasiones, Elí bendice a los padres de Samuel diciéndole a Elqaná: "Que Jehová te asigne prole de esta esposa en lugar de la cosa prestada, que fue prestada a Jehová". Sus palabras se cumplen, y el matrimonio recibe la recompensa de tres hijos y dos hijas. ¡Qué magnífico ejemplo dan Ana y Elqaná a los padres cristianos! Muchos de ellos han estado dispuestos a prestarle sus hijos e hijas a Jehová al animarlos a emprender algún rasgo del ministerio de tiempo completo lejos del hogar. Estos amorosos padres merecen elogios por el sacrificio que hacen. Estamos seguros de que Jehová los recompensará.

 

10- 1 Samuel 2:22-25). Imaginemos lo conmocionado que debió de sentirse el joven Samuel al ver que en el tabernáculo ocurrían tales abusos sin que nadie hiciera nada. ¡A cuántas personas habrá visto salir de allí desmoralizadas y humilladas! Entre ellas se contaba gente pobre, humilde y oprimida que había ido en busca de alivio y fortaleza espiritual. Y para colmo, más tarde se enteró de que Hofní y Finehás se burlaban de las leyes divinas sobre la moralidad sexual teniendo relaciones con las mujeres que servían a la entrada del tabernáculo. ¿Cómo cree que se sintió entonces? Tal vez esperaba que Elí hiciera algo al respecto.

De hecho, Elí era la persona indicada para atender este problema, que iba de mal en peor. Como sumo sacerdote, era responsable por lo que sucedía en el tabernáculo. Y como padre, tenía la obligación de corregir a sus hijos. Después de todo, no solo se estaban perjudicando a sí mismos, sino también a un sinnúmero de habitantes del país. Pero Elí fracasó como sumo sacerdote y como padre, pues se limitó a darles una leve reprimenda a sus hijos.Ellos necesitaban una disciplina mucho más severa. Por sus pecados, se merecían la muerte.

 

11- 1 Samuel 2:26). Llegamos a ser "más agradables" a Dios y a los hombres si cumplimos diligentemente con la obra que Dios nos ha asignado, aprovechamos la educación espiritual que recibimos y somos corteses y respetuosos.

Para Samuel habría sido muy fácil pensar: "Si hasta el sumo sacerdote y sus hijos pecan contra Jehová, yo puedo hacer lo que se me antoje". Pero los errores ajenos, aun los de personas con autoridad, no nos dan permiso para pecar. Actualmente, muchos jóvenes cristianos imitan a Samuel y continúan "creciendo con Jehová" a pesar de que haya gente a su alrededor que les dé un mal ejemplo.

¿Y qué recompensa obtuvo Samuel? Este joven fiel se labró una buena reputación, al menos a los ojos de quienes realmente importaba. Jehová mismo llegó a tenerle cariño. Y Samuel albergaba la esperanza de que algún dia Jehová Dios eliminaría la maldad de Siló.

 

12- 1 Samuel 3:1, 5-10). Por fin había alguien en Siló que le prestara atención a Dios. A partir de ese momento, Jehová le hablaba a Samuel, y este siempre lo escuchaba. ¿Lo hacemos nosotros? Para escuchar a Jehová, no hace falta que una voz sobrenatural nos hable durante la noche. Él siempre nos habla mediante su Palabra escrita, la Biblia. Mientras más escuchemos a Dios y lo obedezcamos, mayor será nuestra fe. Eso fue precisamente lo que le sucedió a Samuel.

 

 

13- 1 Samuel 3:3). ¿Dormía Samuel realmente en el Santísimo? No. Samuel era un levita de la familia no sacerdotal de los qohatitas (1 Crónicas 6:33-38). Por lo tanto, no se le permitía "entrar para ver las cosas santas" (Números 4:17-20). La única parte del santuario a la que Samuel tenía acceso era el patio del tabernáculo. Allí es donde probablemente dormía. Parece ser que Elí también dormía en alguna sección del patio. La expresión "donde estaba el arca de Dios" debe referirse al recinto del tabernáculo.

14- 1 Samuel 3:10-18) Samuel llegó a conocer a Jehová de una manera especial, pues se convirtió en su profeta y vocero. Ahora le tocaba transmitir a Elí un aviso final: el cumplimiento de la profecía contra su familia era inminente. Al principio, Samuel se retrajo, pero luego se armó de valor. Cuando por fin habló, Elí se resignó humildemente a la voluntad divina. Con el tiempo se cumplió todo lo que Jehová predijo. Los israelitas emprendieron una guerra contra los filisteos, y en un mismo día cayeron Hofní y Finehás. El propio Elí murió tras enterarse de que el arca de Jehová había sido tomada.

15- 1 Samuel 4:3-10). Ni siquiera un objeto tan santo como el arca del pacto sirvió de amuleto. Debemos "[guardarnos] de los ídolos" (1 Juan 5:21).

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