domingo, 22 de febrero de 2015

Jueces 19 a 21

1- Jueces 19:11) La concubina ocupaba entre los hebreos una posición similar a la de una esposa secundaria, y en algunas ocasiones se hablaba de ella como de una esposa. Parece ser que las concubinas eran esclavas, a las que se podía encuadrar en uno de los siguientes apartados: 1) una muchacha hebrea vendida por su padre (Éx 21:7-9), 2) una muchacha extranjera comprada como esclava o 3) una muchacha extranjera capturada en la guerra. (Dt 21:10-14.) Algunas eran esclavas o sirvientas de mujeres libres, como en los casos de las mujeres que servían a Sara, Lea y Raquel. (Gé 16:3, 4; 30:3-13; Jue 8:31; 9:18.)

Dios no tuvo a bien restaurar la norma original de monogamia que había establecido en el jardín de Edén hasta la venida de Jesucristo, pero dio protección legal a la concubina. Como es lógico, el concubinato contribuyó a un aumento más rápido de la población de Israel. (Mt 19:5, 6; 1Co 7:2; 1Ti 3:2)

Uso figurado. El apóstol Pablo compara a Jehová al esposo de una mujer libre, la “Jerusalén de arriba”, que es la “madre” de los cristianos engendrados por espíritu, como Abrahán fue esposo de Sara. Asemeja la relación de Jehová con la nación de Israel, representada por su ciudad capital Jerusalén, a la de un esposo y una concubina. Mediante el pacto de la Ley, Jehová ‘se casó’ con la “sirvienta” (o ‘concubina’) Jerusalén, relación análoga a la de Abrahán con la sierva y concubina Agar. (Gál 4:22-29; compárese con Isa 54:1-6.)

2- Jueces 19:12 - 15.) Los que no eran israelitas no siempre eran hospitalarios con los israelitas, sobre todo en las ciudades, en donde es probable que la gente no estuviese tan dispuesta a ofrecer hospitalidad como en las zonas más aisladas. Sin embargo, un hombre levita, su servidor y su concubina se sentaron después de la puesta del Sol en una plaza pública de Guibeah, a la espera de que se les ofreciese un lugar donde pasar la noche. Este hecho indica que era bastante común esperar hospitalidad aun en las ciudades.

  La hospitalidad genuina, procedente del corazón, es una marca identificadora del verdadero cristianismo. Después del derramamiento del espíritu santo en el día del Pentecostés de 33 E.C., muchos nuevos conversos cristianos permanecieron en Jerusalén para aprender más acerca de las buenas nuevas del Reino antes de partir hacia sus hogares en diversas partes de la Tierra. Los cristianos que vivían en Jerusalén les mostraron hospitalidad, recibiéndolos en sus hogares, e incluso vendieron sus bienes y consideraron todas las cosas como posesión común. (Hch 2:42-46.) Más tarde, los apóstoles pusieron en marcha un sistema organizado para distribuir alimento a las viudas necesitadas que hubiese entre ellos. (Hch 6:1-6.)

3- Jueces 19:14-21) La negativa de los habitantes de Guibeah a brindar hospitalidad era señal de debilidad moral. A los cristianos se les exhorta a que “sigan la senda de la hospitalidad” (Romanos 12:13). En las Escrituras Griegas Cristianas se recalca que los cristianos deben amar a los extraños. El apóstol Pablo dice: “No olviden la hospitalidad, “amor a los extraños”, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles”. (Heb 13:2.) Jesús dijo que considera la hospitalidad que se extiende a sus hermanos aunque sean extraños o desconocidos como si se la extendieran a él mismo. (Mt 25:34-46.) El apóstol Juan encomió a Gayo por sus buenas obras hacia aquellos cristianos, extraños para él, que habían sido enviados a visitar su congregación.

4- Jueces 20:17-48. ¿Por qué permitió Jehová a los benjamitas que derrotaran dos veces a las demás tribus, si ellos merecían castigo? Al permitir que las tribus fieles sufrieran enormes pérdidas inicialmente, Jehová ponía a prueba su determinación de erradicar la maldad de Israel.

5- Jueces 20:20 - 29). Las tribus mostraron gran celo por lo que era correcto. Pero evidentemente habían confiado en sí mismas y su acción no fue principalmente motivada por interés en limpiar de oprobio el nombre de Jehová. Aquí, como sucede a través de todos los relatos de los jueces, la absoluta necesidad de confiar completamente en Jehová recibe énfasis de este modo: Aun con su celo por la adoración limpia, parece que las 11 tribus confiaron en su propio poder en los primeros dos intentos de castigar a Benjamín. Fueron derrotadas en estas batallas, con una pérdida de 40.000 hombres. El sumo sacerdote Fíneas estaba con el Arca sagrada que había sido traída de Silo a Betel, donde el ejército acampaba. Pero después de las dos derrotas las tribus ayunaron y ofrecieron ofrendas quemadas y de comunión, reconociendo así que necesitaban que Jehová peleara la batalla por ellas. Solo entonces entregó Jehová a los benjaminitas en sus manos.

6- Jueces 21:25). La nación disponía de las normas establecidas en la Ley, de modo que con la ayuda de los ancianos y la instrucción de los sacerdotes, el pueblo tenía base para ‘hacer lo que era recto a sus propios ojos’ sin temor a equivocarse. Además, el código de la Ley prescribía que se ofrecieran sacrificios en un tabernáculo o templo portátil. Este era el centro de la adoración verdadera, que ayudó a mantener unida a la nación durante ese período.

   Jehová hizo provisiones para que su pueblo recibiera dirección. En todas las ciudades había ancianos maduros que podían contestar preguntas y ayudar a resolver problemas. Además, los sacerdotes levitas ejercían una buena influencia al educar al pueblo en las leyes de Dios. Cuando surgían problemas muy difíciles, el sumo sacerdote podía consultar a Dios por medio del Urim y el Tumim.

Al igual que los jueces y los sacerdotes israelitas, los ancianos maduros de la congregación suministran ayuda a los hermanos con problemas y dan consejo valioso. A veces, incluso ‘censuran, corrigen, exhortan, con toda gran paciencia y arte de enseñar’. (2 Timoteo 4:2.) Lo hacen en conformidad con las normas de Dios, no las suyas propias. Esta ayuda resulta muy eficaz cuando los ancianos dan el ejemplo y se esfuerzan por llegar al corazón.

 El corazón es el “motor” de nuestra actividad cristiana. Por ello la Biblia dice: “Procedentes de él son las fuentes de la vida”. (Proverbios 4:23.) Los ancianos que llegan al corazón ven que, como consecuencia, los miembros de la congregación se sienten motivados a hacer cuanto pueden en el servicio de Dios. Toman la iniciativa, y no necesitan que nadie los empuje constantemente para que obren de cierta manera. Jehová no quiere que le sirvamos por obligación. Quiere que nuestra obediencia emane de un corazón lleno de amor. Los ancianos pueden animar al rebaño a rendir servicio desde el corazón ayudando a los hermanos a desarrollar su facultad de raciocinio.

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