domingo, 11 de enero de 2015

Josué 21 a 24

 1-(Jos 21:3-41.) Las cuarenta y ocho ciudades administradas por los levitas, entre ellas las seis ciudades de refugio, estaban enclavadas en el territorio de otras tribus. De esta manera se cumplió la profecía que pronunció Jacob en su lecho de muerte concerniente a Simeón y Leví, según la cual ‘serían distribuidos en Jacob, esparcidos en Israel’. (Gé 49:7.)

2-(Josué 21:45) La elección acertada que hizo Josué produjo buenos resultados. Como él mismo dijo, ninguna ‘promesa de toda la buena promesa que Jehová había hecho a la casa de Israel falló; todo se realizó’.

Por otro lado, analicemos la situación de los israelitas siete siglos después. Para entonces, muchos de ellos habían adoptado costumbres paganas, como, por ejemplo, reunirse el último día del año alrededor de una mesa con alimentos espléndidos y vino dulce. No era una simple reunión familiar, sino una ceremonia religiosa en honor de dos divinidades paganas. Isaías les recordó qué opinaba Dios de tal infidelidad: “Ustedes son los que dejan a Jehová, los que olvidan mi santa montaña, los que arreglan una mesa para el dios de la Buena Suerte y los que llenan vino mezclado para el dios del Destino”.
Creían que la cosecha anual no dependía de contar con la bendición de Jehová, sino de aplacar al “dios de la Buena Suerte” y al “dios del Destino”. En realidad, al rebelarse a sabiendas, estaban firmando su propia sentencia: “Yo ciertamente los destinaré a la espada —les anunció Jehová—, y todos ustedes se encorvarán para ser degollados; por razón de que llamé, pero no respondieron; hablé, pero no escucharon; y siguieron haciendo lo que era malo a mis ojos, y escogieron la cosa en que no tuve deleite” (Isaías 65:11, 12). Por haber hecho una elección tan mala, se acarrearon la destrucción, y los dioses del Destino y de la Buena Suerte no pudieron hacer nada para evitarlo.

3-(Jos 22:9-12, 21-33). Debemos tener cuidado de no juzgar mal los motivos de los demás. El discernimiento produce empatía. El ejercer discernimiento también es esencial para la comunicación. La raíz de esa palabra en el hebreo original significa “discernir entre”, “distinguir”. Este discernimiento perspicaz examina más que solo lo que se ve en la superficie y, por lo tanto, es similar al entendimiento, la empatía y la compasión. (1 Pedro 3:8.)

Las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, que heredaron tierras al este del río Jordán, construyeron en ellas un enorme altar. Las otras tribus, considerando esto un acto de apostasía, se prepararon para castigar lo que parecía ser una violación deliberada de la ley de Dios. (Levítico 17:8, 9.) Antes de tomar acción, enviaron una delegación para hablar con las dos tribus y media. (Proverbios 13:10.)

La conversación reveló que el altar no fue construido para ofrecer sacrificios, sino “debido a solicitud ansiosa”. Al estar separadas de las otras tribus por el río Jordán, las dos tribus y media estaban muy preocupadas en cuanto a la posibilidad de que sus generaciones futuras fueran cortadas de la adoración de Jehová. El altar serviría como un constante recordatorio, “un testigo”, de que ellos también eran el pueblo de Dios. ¡Qué cambio produjo esta explicación! Se arrojó una luz diferente sobre lo que parecía ser un pecado desafiante. Por ser ‘tardas para la cólera’, las demás tribus pudieron discernir cuál era la verdadera situación, lo cual resultó en entendimiento. (Proverbios 14:29.)

4- (Josué 23:2) Josué fue el sucesor de Moisés como caudillo de Israel. Para cuando contaba casi 110 años, este siervo de Dios había presenciado muchos de los milagros que Jehová realizó a favor de los israelitas, como cuando los liberó unos sesenta años antes en el mar Rojo. Hacia el final de su vida reunió “a todo Israel, a sus ancianos y sus cabezas y sus jueces y sus oficiales” para despedirse de ellos. Sus palabras evidenciaron que no solo poseía una amplia experiencia en la vida, sino que además dedicaba tiempo a meditar con fe.

5-(Jos. 23:6.) Génesis es el primer libro del Pentateuco (la forma española de una palabra griega que significa “cinco rollos” o “volumen en cinco partes”). Evidentemente este era al principio un solo libro llamado la Tora (Ley) o “el libro de la la ley de Moisés”, pero más tarde fue dividido en los cinco rollos para manejarlo con mayor facilidad.

6-(Josué 23:8) Amar a Jehová nuestro Dios. Elegimos servir a Jehová porque lo amamos. Puesto que hemos aprendido las lecciones amonestadoras del tiempo de Israel, resistimos toda tentación a cometer inmoralidad y evitamos los estilos de vida que pueden hacernos caer en la trampa del materialismo (1 Corintios 10:11; 1 Timoteo 6:6-10). Nos apegamos a Jehová y observamos sus normas. (Salmo 119:5, 8). Antes de que los israelitas entraran en la Tierra Prometida, Moisés los exhortó: “Miren, les he enseñado disposiciones reglamentarias y decisiones judiciales, tal como Jehová mi Dios me ha mandado, para que ustedes obren de esa manera en medio de la tierra a la cual van para tomar posesión de ella. Y tienen que guardarlas y ponerlas por obra, porque esto es sabiduría de parte de ustedes y entendimiento de parte de ustedes ante los ojos de los pueblos que oirán acerca de todas estas disposiciones reglamentarias” (Deuteronomio 4:5, 6). Ahora es el momento de demostrarle a Jehová nuestro amor poniendo su voluntad en primer lugar en nuestra vida. Si así lo hacemos, no nos quepa duda de que él nos bendecirá (Mateo 6:33).

7-(Josué 23:14 ) De niño, cuando vivía en Egipto, Josué tuvo que haberse enterado de que Jehová había prometido a los israelitas que tendrían su propia tierra (Gén. 12:7; 50:24, 25; Éxo. 3:8). Ya de adulto, vio cómo Jehová empezó a cumplir aquella promesa enviando las diez plagas contra Egipto y obligando al obstinado faraón a dejar que Israel se marchara. Josué estuvo entre los israelitas que cruzaron el mar Rojo y vio cómo las aguas se tragaban al faraón y su ejército. Durante un largo viaje por el desierto de Sinaí, un “desierto grande e inspirador de temor”, Josué vio que Jehová proporcionó a los israelitas todo lo necesario: ni uno solo de ellos murió de hambre o de sed.

Está claro que Josué confiaba en Dios sin reservas. ¿Qué le daba tanta seguridad? La vida le había enseñado que Jehová siempre cumple sus promesas. Sin duda, su deseo era que los israelitas también tuvieran fe en que se cumplirían todas las promesas divinas que aún faltaban por realizarse. La Palabra de Dios se presenta toda una serie de promesas divinas que se cumplieron en el pasado o se están cumpliendo hoy día. Es más, allí encontramos otras promesas que se harán realidad en el futuro. Si dedica tiempo a estudiar la Biblia, se convencerá de que Dios siempre cumple sus promesas y por eso es digno de total confianza.

8-(Jos. 24:2) ¿Adoraba ídolos Taré, el padre de Abrahán? Al principio no era siervo de Jehová Dios. Es probable que rindiera culto al dios luna Sin, muy popular en Ur. Según la tradición judía, tal vez hasta fabricara ídolos. No obstante, cuando Abrahán sale de Ur por orden divina, su padre lo acompaña a Harán (Génesis 11:31).

9-(Jos. 24:15) Josué sabía que Jehová había cumplido sus promesas. Por eso declaró: “En cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová” . ¿Y tú, joven? Cuando piensas en las promesas que el Dios verdadero ya ha cumplido y en las que cumplirá, ¿sientes el deseo de servirle, al igual que Josué?

Contemplar las obras creativas de Jehová y reflexionar en sus maravillosas y confiables promesas debería hacer que creciera en ti el deseo de dedicarte a Jehová y simbolizar tu dedicación mediante el bautismo. Este es un paso fundamental que debe dar todo el que quiere servir a Dios, como bien mostró Jesús, nuestro Modelo. Justo antes de iniciar su labor como el Mesías, Jesús fue a Juan el Bautista para que lo bautizara. ¿Por qué? “He bajado del cielo para hacer, no la voluntad mía, sino la voluntad del que me ha enviado.” (Juan 6:38.) De modo que el bautismo de Jesús simbolizó que se presentaba para hacer la voluntad de su Padre (Mat. 3:13-17).

Veamos también el caso de Timoteo, un cristiano joven que, con el paso de los años, recibió de Jehová mucho trabajo y muchos privilegios. ¿Por qué decidió Timoteo adorar al Dios verdadero? La Biblia nos dice que él ‘había aprendido y había sido persuadido a creer’ (2 Tim. 3:14). Si tú has estudiado la Palabra de Dios y has sido persuadido a creer que sus enseñanzas son verdaderas, te encuentras en una situación similar a la de Timoteo. Este es el momento de tomar una decisión. ¿Por qué no hablas con tus padres sobre lo que deseas hacer? Tanto ellos como los ancianos de la congregación te ayudarán a entender bien los requisitos bíblicos para el bautismo.

10-(Josué 24: 24.) Nosotros no queremos ser como los que no cumplieron. Queremos ser como Josué y su casa, como Caleb, como los gabaonitas y como Rahab. Sí, “NOSOTROS SERVIREMOS A JEHOVÁ”. Sirvámosle animosamente y con plena confianza en que nada “podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Romanos 8:39.)

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