1-(Levítico 25:1-8) El Jubileo era un período sabático de un año que se observaba en la tierra de Israel. Venía después de una serie de siete años sabáticos agrícolas de un período que, en total, cubría 49 años. El año 50, el Jubileo, era la culminación de esta serie de observancias sabáticas para el terreno que Jehová había dado a su pueblo en cumplimiento de la promesa que habí...a hecho al antepasado de ellos, Abrahán, el “amigo de Jehová”. (Santiago 2:23; Isaías 41:8.)
2-(Levítico 25:9, 10)-En la ocasión del Jubileo se proclamaba libertad por toda la tierra. Esto significaba libertad para todos los israelitas que se habían vendido en servidumbre por hallarse en deudas. Otro rasgo del Jubileo era que todas las herencias de tierra que habían sido vendidas (probablemente debido a adversidades financieras) se devolvían a sus dueños. En 1473 a.E.C. Josué condujo a los israelitas a través del río Jordán a la Tierra Prometida, donde habían de observar el Jubileo.
Jesucristo nos dio razón válida para esperar un Jubileo mayor que aquel. Esto constituye para nosotros base de regocijo con relación a la libertad. Cincuenta días después de su resurrección hubo prueba de que Jesucristo como persona resucitada había ascendido a los cielos y había entrado en la presencia de Jehová Dios con el valor de su sacrificio humano perfecto y lo había aplicado a favor de la humanidad. Esto fue en el día del Pentecostés de 33 E.C. En obediencia a instrucciones que habían recibido de Jesús, unos 120 discípulos se reunieron en Jerusalén. Entonces Cristo derramó espíritu santo sobre estos discípulos en cumplimiento de Joel 2:28, 29. Lenguas como de fuego se posaron sobre sus cabezas, y ellos empezaron a hablar en lenguajes que les eran extranjeros. (Hechos 2:16-21, 33.) Esto fue prueba de que el resucitado Jesucristo había ascendido a los cielos y había entrado en la presencia de Dios con el valor de un sacrificio humano perfecto para aplicarlo a favor de la humanidad.
¿Qué resultado tuvo aquel acto en aquellos discípulos? Entre otras cosas, quedaron libres del pacto de la Ley de Moisés, que Dios había hecho con la nación del Israel natural, pero que ahora había cancelado, clavándolo al madero de tormento de Jesús. Un nuevo pacto, con la nueva “nación” del Israel espiritual, tomó el lugar de aquel pacto anterior. (Hebreos 8:6-13; Gálatas 6:16.) Este nuevo pacto, predicho en Jeremías 31:31-34, fue puesto en vigencia mediante un mediador mayor que el profeta antiguo Moisés. Nuestro interés en la libertad debería llevarnos a notar con particularidad cierto rasgo del nuevo pacto. El apóstol Pablo llamó atención a esto al escribir: “‘Éste es el pacto que pactaré para con ellos después de aquellos días [...] de ningún modo recordaré más sus pecados y sus desafueros’. Ahora bien, donde hay perdón de éstos, ya no hay ofrenda por el pecado”. (Hebreos 10:16-18.) Empezando en el día del Pentecostés, Dios declaró justos a los creyentes y entonces los adoptó como hijos espirituales que tenían la perspectiva de reinar con Cristo en el cielo. Desde el Pentecostés de 33 E.C. en adelante, libertó de “la ley del pecado y de la muerte” a los humanos creyentes. (Romanos 8:1, 2.) Así empezó el Jubileo cristiano para los cristianos ungidos. En verdad esta era una liberación mucho más valiosa, porque incluía la perspectiva de alcanzar vida en el cielo como coherederos con Cristo.
3- (Levítico 25:23). Los descendientes de Abrahán se multiplicaron y llegaron a constituir una nación, llamada Israel, con su código de leyes y su territorio (Gén. 48:4; Deu. 6:1). No debían olvidar nunca que Jehová era el verdadero Dueño del país, eran sus inquilinos y tenían que respetar sus deseos. Era necesario que recordaran que “no solo de pan vive el hombre”; no podían permitir que la prosperidad los llevara a olvidarse de Jehová. Antes de instalarse en su tierra, recibieron esta advertencia: “Cuando Jehová tu Dios te introduzca en la tierra que a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob juró darte,[..].cuídate para que no te olvides de Jehová” (Deu. 6:10-12).
No era un aviso sin fundamento. Una vez que tuvieron viviendas cómodas y alimento y vino en abundancia, “empezaron a comer y a satisfacerse y a engordar”. De hecho, se rebelaron contra Dios e incluso mataron a los profetas que él les envió para corregirlos. Como consecuencia, Jehová los abandonó en manos de sus enemigos (léase Nehemías 9:25-27; Ose. 13:6-9). Siglos más tarde, bajo el dominio de Roma, los judíos no pusieron fe en el Mesías prometido y llegaron al punto de matarlo. Jehová los rechazó y concedió su favor a una nueva nación: el Israel espiritual (Mat. 21:43; Hech. 7:51, 52; Gál. 6:16).
4- (Levítico 25:13-24.) Toda posesión hereditaria que se hubiera vendido se devolvía a su dueño original. Todos los que estuvieran en servidumbre eran puestos en libertad, aunque no hubieran transcurrido siete años. Era un tiempo gozoso de feliz reunión familiar y un nuevo comienzo en la vida, en sentido económico. Por eso, ningún terreno podía venderse para siempre. Su venta era, en efecto, solo un arriendo que terminaría, a más tardar, en el año del Jubileo. Todo esto contribuía a la estabilidad económica de la nación y a la seguridad y paz de cada familia. Cuando se observaban estas leyes, se evitaba que la nación cayera en el cuadro triste que hoy vemos en muchísimos países donde existen lado a lado extremos de riqueza y de pobreza. Los beneficios que recibía el individuo fortalecían a la nación, porque nadie tenía que ser menesteroso ni verse aplastado por malas condiciones económicas.
5- (Levítico 25:23.) Jesucristo, Cabeza de la congregación, dejó claro que sus seguidores estarían separados del mundo, es decir, del sistema malvado que controla Satanás. Poco antes de morir, les dijo a sus discípulos: “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia” (Juan 15:19). Al irse difundiendo el cristianismo, ¿deberían adaptarse los siervos de Dios al mundo y sus prácticas, convirtiéndose en parte de él? No. Sin importar donde vivieran, tendrían que distinguirse del sistema de Satanás.
6- (Levítico 25:35-37) . ¿Estaba siempre mal que los israelitas cobraran interés? Si se prestaba el dinero por razones de negocio, el prestamista podía cobrar interés. No obstante, la Ley prohibía que se cobrara interés sobre préstamos que se hicieran para sacar a alguien de la pobreza. Era injusto aprovecharse de los reveses económicos de algún vecino necesitado (Éxodo 22:25).
7-( Levítico 25:47-49) Dios le ha dado a Jesucristo “autoridad para hacer juicio, por cuanto es Hijo del hombre.” (Juan 5:27) Es decir, al haber llegado a ser una criatura humana en la Tierra a la semejanza de los hombres, pero sin pecado, Jesús llegó a ser pariente cercano de ellos con el derecho y el precio que se necesitaban para recomprar a la humanidad. (Filipenses 2:7; Romanos 8:3) Su título de “Hijo del hombre” denota esto. (Hebreos 2:11, 14, 15) Como juez completamente justo, él no desprecia a nadie. Dijo: “El juicio que yo dicto es justo, porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 5:30) Por lo tanto no juzga según la apariencia externa ni juzga a la gente ‘en masa,’ sino según las propias circunstancias y la actitud de cada persona.—Isaías 11:3, 4; Hebreos 4:15.
8- (Levítico 26:19) ¿Cómo podrían ‘los cielos ser como hierro, y la tierra como cobre’? Por falta de lluvia, la apariencia de los cielos sobre la tierra de Canaán sería dura y compacta como el hierro. Sin lluvia, la tierra tendría un brillo metálico de color cobre.
9- (Levítico 26:26) ¿Qué significa el hecho de que ‘diez mujeres estuvieran cociendo pan en un solo horno’? Normalmente, cada mujer necesitaría su propio horno para encargarse de todo lo que tuviera que hornear. Pero estas palabras indican que habría tanta escasez de alimento que diez mujeres podrían cocer todo lo que tenían en un solo horno. Esta era una de las consecuencias predichas por no mantener la santidad.
10- (Levítico 27:32) Los pastores del antiguo Israel guiaban al rebaño usando una vara larga y curva llamada cayado. Cuando metían o sacaban a las ovejas del corral, las hacían pasar “bajo el cayado” para poder contarlas y asegurarse de que ninguna faltara ( Miq. 2:12; 7:14). De igual forma, los pastores cristianos deben conocer bien el rebaño de Dios que está a su cargo y estar pendientes de lo que le sucede (compárese con Proverbios 27:23). De ahí que a los cuerpos de ancianos les importe tanto la labor de pastoreo y tomen las medidas para ayudar a quienes se han alejado. Jehová mismo aseguró que él buscaría a sus ovejas y les daría el cuidado que necesitaban (Eze. 34:11). Por eso le complace ver que los ancianos lo imitan y ayudan a las ovejas descarriadas a regresar al rebaño. Cuando un cristiano se enferma, la visita de un pastor del rebaño de Dios puede alegrarlo y fortalecerlo. Lo mismo se puede decir cuando un hermano espiritualmente enfermo recibe atención personal. Entre otras cosas, los ancianos podrían leerle algunos versículos de la Biblia, repasar un artículo de las revistas, hablar de algún punto importante de la reunión y orar con él. Podrían decirle que a la congregación le encantaría verlo de nuevo en las reuniones (2 Cor. 1:3-7; Sant. 5:13-15). Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden significar muchísimo para el hermano. Además, ayudar a una oveja perdida brinda gran satisfacción al pastor.
2-(Levítico 25:9, 10)-En la ocasión del Jubileo se proclamaba libertad por toda la tierra. Esto significaba libertad para todos los israelitas que se habían vendido en servidumbre por hallarse en deudas. Otro rasgo del Jubileo era que todas las herencias de tierra que habían sido vendidas (probablemente debido a adversidades financieras) se devolvían a sus dueños. En 1473 a.E.C. Josué condujo a los israelitas a través del río Jordán a la Tierra Prometida, donde habían de observar el Jubileo.
Jesucristo nos dio razón válida para esperar un Jubileo mayor que aquel. Esto constituye para nosotros base de regocijo con relación a la libertad. Cincuenta días después de su resurrección hubo prueba de que Jesucristo como persona resucitada había ascendido a los cielos y había entrado en la presencia de Jehová Dios con el valor de su sacrificio humano perfecto y lo había aplicado a favor de la humanidad. Esto fue en el día del Pentecostés de 33 E.C. En obediencia a instrucciones que habían recibido de Jesús, unos 120 discípulos se reunieron en Jerusalén. Entonces Cristo derramó espíritu santo sobre estos discípulos en cumplimiento de Joel 2:28, 29. Lenguas como de fuego se posaron sobre sus cabezas, y ellos empezaron a hablar en lenguajes que les eran extranjeros. (Hechos 2:16-21, 33.) Esto fue prueba de que el resucitado Jesucristo había ascendido a los cielos y había entrado en la presencia de Dios con el valor de un sacrificio humano perfecto para aplicarlo a favor de la humanidad.
¿Qué resultado tuvo aquel acto en aquellos discípulos? Entre otras cosas, quedaron libres del pacto de la Ley de Moisés, que Dios había hecho con la nación del Israel natural, pero que ahora había cancelado, clavándolo al madero de tormento de Jesús. Un nuevo pacto, con la nueva “nación” del Israel espiritual, tomó el lugar de aquel pacto anterior. (Hebreos 8:6-13; Gálatas 6:16.) Este nuevo pacto, predicho en Jeremías 31:31-34, fue puesto en vigencia mediante un mediador mayor que el profeta antiguo Moisés. Nuestro interés en la libertad debería llevarnos a notar con particularidad cierto rasgo del nuevo pacto. El apóstol Pablo llamó atención a esto al escribir: “‘Éste es el pacto que pactaré para con ellos después de aquellos días [...] de ningún modo recordaré más sus pecados y sus desafueros’. Ahora bien, donde hay perdón de éstos, ya no hay ofrenda por el pecado”. (Hebreos 10:16-18.) Empezando en el día del Pentecostés, Dios declaró justos a los creyentes y entonces los adoptó como hijos espirituales que tenían la perspectiva de reinar con Cristo en el cielo. Desde el Pentecostés de 33 E.C. en adelante, libertó de “la ley del pecado y de la muerte” a los humanos creyentes. (Romanos 8:1, 2.) Así empezó el Jubileo cristiano para los cristianos ungidos. En verdad esta era una liberación mucho más valiosa, porque incluía la perspectiva de alcanzar vida en el cielo como coherederos con Cristo.
3- (Levítico 25:23). Los descendientes de Abrahán se multiplicaron y llegaron a constituir una nación, llamada Israel, con su código de leyes y su territorio (Gén. 48:4; Deu. 6:1). No debían olvidar nunca que Jehová era el verdadero Dueño del país, eran sus inquilinos y tenían que respetar sus deseos. Era necesario que recordaran que “no solo de pan vive el hombre”; no podían permitir que la prosperidad los llevara a olvidarse de Jehová. Antes de instalarse en su tierra, recibieron esta advertencia: “Cuando Jehová tu Dios te introduzca en la tierra que a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob juró darte,[..].cuídate para que no te olvides de Jehová” (Deu. 6:10-12).
No era un aviso sin fundamento. Una vez que tuvieron viviendas cómodas y alimento y vino en abundancia, “empezaron a comer y a satisfacerse y a engordar”. De hecho, se rebelaron contra Dios e incluso mataron a los profetas que él les envió para corregirlos. Como consecuencia, Jehová los abandonó en manos de sus enemigos (léase Nehemías 9:25-27; Ose. 13:6-9). Siglos más tarde, bajo el dominio de Roma, los judíos no pusieron fe en el Mesías prometido y llegaron al punto de matarlo. Jehová los rechazó y concedió su favor a una nueva nación: el Israel espiritual (Mat. 21:43; Hech. 7:51, 52; Gál. 6:16).
4- (Levítico 25:13-24.) Toda posesión hereditaria que se hubiera vendido se devolvía a su dueño original. Todos los que estuvieran en servidumbre eran puestos en libertad, aunque no hubieran transcurrido siete años. Era un tiempo gozoso de feliz reunión familiar y un nuevo comienzo en la vida, en sentido económico. Por eso, ningún terreno podía venderse para siempre. Su venta era, en efecto, solo un arriendo que terminaría, a más tardar, en el año del Jubileo. Todo esto contribuía a la estabilidad económica de la nación y a la seguridad y paz de cada familia. Cuando se observaban estas leyes, se evitaba que la nación cayera en el cuadro triste que hoy vemos en muchísimos países donde existen lado a lado extremos de riqueza y de pobreza. Los beneficios que recibía el individuo fortalecían a la nación, porque nadie tenía que ser menesteroso ni verse aplastado por malas condiciones económicas.
5- (Levítico 25:23.) Jesucristo, Cabeza de la congregación, dejó claro que sus seguidores estarían separados del mundo, es decir, del sistema malvado que controla Satanás. Poco antes de morir, les dijo a sus discípulos: “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia” (Juan 15:19). Al irse difundiendo el cristianismo, ¿deberían adaptarse los siervos de Dios al mundo y sus prácticas, convirtiéndose en parte de él? No. Sin importar donde vivieran, tendrían que distinguirse del sistema de Satanás.
6- (Levítico 25:35-37) . ¿Estaba siempre mal que los israelitas cobraran interés? Si se prestaba el dinero por razones de negocio, el prestamista podía cobrar interés. No obstante, la Ley prohibía que se cobrara interés sobre préstamos que se hicieran para sacar a alguien de la pobreza. Era injusto aprovecharse de los reveses económicos de algún vecino necesitado (Éxodo 22:25).
7-( Levítico 25:47-49) Dios le ha dado a Jesucristo “autoridad para hacer juicio, por cuanto es Hijo del hombre.” (Juan 5:27) Es decir, al haber llegado a ser una criatura humana en la Tierra a la semejanza de los hombres, pero sin pecado, Jesús llegó a ser pariente cercano de ellos con el derecho y el precio que se necesitaban para recomprar a la humanidad. (Filipenses 2:7; Romanos 8:3) Su título de “Hijo del hombre” denota esto. (Hebreos 2:11, 14, 15) Como juez completamente justo, él no desprecia a nadie. Dijo: “El juicio que yo dicto es justo, porque no busco mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 5:30) Por lo tanto no juzga según la apariencia externa ni juzga a la gente ‘en masa,’ sino según las propias circunstancias y la actitud de cada persona.—Isaías 11:3, 4; Hebreos 4:15.
8- (Levítico 26:19) ¿Cómo podrían ‘los cielos ser como hierro, y la tierra como cobre’? Por falta de lluvia, la apariencia de los cielos sobre la tierra de Canaán sería dura y compacta como el hierro. Sin lluvia, la tierra tendría un brillo metálico de color cobre.
9- (Levítico 26:26) ¿Qué significa el hecho de que ‘diez mujeres estuvieran cociendo pan en un solo horno’? Normalmente, cada mujer necesitaría su propio horno para encargarse de todo lo que tuviera que hornear. Pero estas palabras indican que habría tanta escasez de alimento que diez mujeres podrían cocer todo lo que tenían en un solo horno. Esta era una de las consecuencias predichas por no mantener la santidad.
10- (Levítico 27:32) Los pastores del antiguo Israel guiaban al rebaño usando una vara larga y curva llamada cayado. Cuando metían o sacaban a las ovejas del corral, las hacían pasar “bajo el cayado” para poder contarlas y asegurarse de que ninguna faltara ( Miq. 2:12; 7:14). De igual forma, los pastores cristianos deben conocer bien el rebaño de Dios que está a su cargo y estar pendientes de lo que le sucede (compárese con Proverbios 27:23). De ahí que a los cuerpos de ancianos les importe tanto la labor de pastoreo y tomen las medidas para ayudar a quienes se han alejado. Jehová mismo aseguró que él buscaría a sus ovejas y les daría el cuidado que necesitaban (Eze. 34:11). Por eso le complace ver que los ancianos lo imitan y ayudan a las ovejas descarriadas a regresar al rebaño. Cuando un cristiano se enferma, la visita de un pastor del rebaño de Dios puede alegrarlo y fortalecerlo. Lo mismo se puede decir cuando un hermano espiritualmente enfermo recibe atención personal. Entre otras cosas, los ancianos podrían leerle algunos versículos de la Biblia, repasar un artículo de las revistas, hablar de algún punto importante de la reunión y orar con él. Podrían decirle que a la congregación le encantaría verlo de nuevo en las reuniones (2 Cor. 1:3-7; Sant. 5:13-15). Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden significar muchísimo para el hermano. Además, ayudar a una oveja perdida brinda gran satisfacción al pastor.
Gracias hermano, ya copie el link para mis hermanos de Venezuela. Por allí vas a tener bastantes visitas. Saludos y amor cristiano desde Caracas
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